En esta vida hay que dar la cara aunque te la puedan romper. Y cuando asumes una decisión hay que enfrentar las críticas. A las duras y a las maduras. En política estamos para servir, no para ocupar despachos, y en el Partido Popular creemos que se ha de escuchar a los vecinos, porque las diferencias nos ayudan a mejorar.

El conseller de Educación, Vicent Marzà (Compromís), vino esta semana pasada a Almassora. Pero su visita no fue para responder a las quejas de padres y madres de alumnos de centros como el colegio Regina Violant o el instituto Álvaro Falomir. Vino para salir por la televisión de nuestro pueblo y lanzar su discurso sin temer réplica.

Protegido por los focos, Marzà se sintió cómodo. Tanto como cuando vino a ver a Pep el Botifarra. Porque su primera y única visita a Almassora fue el 11 de agosto del 2015 para pasearse por unas aulas prefabricadas que garantizó que iba a transformar en colegio definitivo. Tristemente para nuestras niños, hoy siguen ahí.

Marzà le dio la espalda a toda la comunidad educativa en una muestra de desprecio absoluto hacia las necesidades de nuestro pueblo. Y lo hizo arropado por la alcaldesa de Compromís, Susanna Nicolau, mientras la socialista, Merche Galí, disfrutaba del programa en casa. Eso sí, ella no sabía nada. Palabrita de alcaldesa.

Ellos se llaman equipo de gobierno. Nosotros los llamamos dos ayuntamientos. Y manifestaciones como estas demuestran que la división de despachos que PSPV y Compromís pactaron un 13 de junio del 2015 no solo nos paraliza, nos empobrece.

En comisión informativa, esas a las que ustedes no pueden acudir, nuestra candidata, María Tormo, preguntó a ambas alcaldesas por esta vergonzante entrevista. Y la contestación de ambas fue aún más vergonzosa. Balones fuera para eludir responsabilidades. Una muestra más de cuál es el trato que dan a las familias. No ya porque Marzà tenga miedo de enfrentarse a las familias de Almassora por un colegio que licitamos en el 2015 y hoy sigue paralizado. Sino porque el PSPV, con su flamante secretario autonómico de Educación, Miquel Soler, tampoco viene a nuestro pueblo.

Durante años luchamos por este colegio. Y lo hicimos dando la cara ante el equipo directivo y los padres y madres de alumnos. Lo hicimos con María Tormo al frente, peleando contra una burocracia asfixiante de la Conselleria de Educación y las zancadillas de PSPV y Compromís, que por oponerse a todo rechazaron incluso el nombre del centro: Regina Violant.

Para creer en este colegio, para luchar por el desarrollo educativo, no hay que echar balones fuera: hay que dar la cara y sumar esfuerzos. Con la entrega que María Tormo dio acudiendo a todos los Consejos Escolares, yendo a Valencia con indignación y volviendo todavía más indignada.

La fractura que desde hace cerca de cuatro años nos divide nos ha paralizado un colegio; nos ha bloqueado la pantalla verde; ha ignorado a los vecinos de Fátima con el edificio 167; ha ninguneado a las familias de dependientes; nos ha subido la basura y abandonado nuestras calles; ha bloqueado un trinquete. Transformemos esta parálisis en desarrollo, de la mano de las ideas de nuestros vecinos, las que merecen la pena, las que nos engrandecen.

*Portavoz del PP en Almassora