Casi tres meses después de las últimas elecciones generales, el candidato Pedro Sánchez continúa mirándose en el espejo y preguntándose quién es el más guapo del reino sin pensar en los problemas reales de los españoles. Poco le importa el desempleo, nuestros productos agrícolas, la paralización de las infraestructuras útiles y productivas para nuestro territorio, la regeneración de la costa como motor económico de la provincia… Poco, o más bien nada, le interesa dar solución o tener previsión de la crisis económica que se asoma desde hace unos meses por nuestro país.

Aquel señor del «no es no», aquel que dimitió como diputado para no abstenerse en la investidura de Mariano Rajoy, aquel que fue capaz de pactar con neocomunistas, independentistas y con los defensores de los terroristas de la banda criminal ETA una moción de censura con los peores resultados de su partido en unas elecciones sin importarle las medidas que iba a aprobar como Gobierno y que conocía de su corta duración, utilizó la Moncloa como sede nacional del PSOE, al BOE como programa electoral, al Consejo de Ministros como altavoz publicitario e ignoró al Parlamento español para no rendir cuentas ante él.

Aquel presidente que nombró ministros a expertos en no pagar impuestos utilizando sociedades o que ocultaban parte de su patrimonio, ministros que entre ellos se insultaban o se mofaban de la prostitución y pederastía, es el que va mendigando por los rincones los apoyos necesarios para su investidura como presidente del Gobierno, sin importarle de nuevo que pasará al día siguiente de esa hipotética investidura.

Si algo tengo claro es que no verá acción urgente el cambio de su colchón, pero continuará paseándose por el mundo dando la espalda a las necesidades de los españoles, viajará con el Falcon sin ningún problema ni complejo, seguirá escribiendo libros o quizás, si tenemos suerte, conoceremos la tesis doctoral que se apropia, o mejor todavía, sabremos en qué puesto enchufó a su esposa o si le tiene preparado otro trabajo mejor remunerado.

Con Pedro Sánchez el egoísmo, la vanidad, la prepotencia y la soberbia camparán a sus anchas, pero él mientras seguirá preguntándole al espejito quién es el más guapo del reino.

*Diputado nacional PPCS