Cuando nos venden acuerdos más o menos presentables bajo nombres como escudo de privacidad entre la UE y EEUU, pónganse a temblar. Suena a cuando Bush lanzó su ofensiva militar en el golfo Pérsico llamándola Paz duradera, y ya ven cómo nos va.

El caso es que tras el escándalo destapado por Edward Snowden, al revelar que la NSA espiaba indiscriminadamente a cualquier ciudadano, empresa o institución europea, un tribunal de la UE hace pocos meses nos devolvió la dignidad. Sentenció que EEUU no era un país seguro en la transmisión y almacenaje de la información privada de ciudadanos europeos, con lo que las querellas e indemnizaciones que se podían generar eran incalculables.

Nuestra vida digital es un campo minado para nuestra privacidad y resulta casi quimérico extender a la red nuestra protección legal en la vida analógica. Muchos de nuestros teléfonos son de compañías americanas que operan bajo leyes americanas que liquidan cualquier privacidad si su Gobierno así lo reclama. La gran excusa es la seguridad nacional y la amenaza terrorista, pero Snowden nos demostró que el criterio no es exactamente ese. En un mundo cada vez más competitivo, conocer las intenciones y los pasos de otros actores puede ser determinante. La información es poder.

El tema es que en la Eurocámara se ha anunciado un acuerdo marco entre EEUU y Europa, el escudo de privacidad del que les hablaba, con la novedad que el director de inteligencia americano se compromete a abandonar la vigilancia masiva e indiscriminada.

La presión aumenta para las empresas, que tendrán mayor obligación de guardar y trasladar los datos personales de sus usuarios, y de tratar de resolver internamente los conflictos por violar la privacidad, aunque crearán una especie de defensor del usuario para quejas. ¿Suficiente? Bin Laden, el hombre que más tiempo se ocultó del ojo americano, no usaba internet para la información sensible. Como dice un amigo mío, si no quieres que algo sea de dominio público, no lo cuelgues en la red. O en el móvil. Seguimos ciegos y expuestos. Esperando a otro Snowden que nos vuelva a abrir los ojos mostrándonos las rendijas de nuestro mundo feliz. H