Querido/a lector/a, los presupuestos de un país son los documento más importante que aprueba un gobierno. Dicen de dónde sale el dinero y en que se va a gastar. Determinan, pues, las políticas y el modelo económico y social. Por lo tanto no es de extrañar que generen expectación. Además, los de este año tienen más importancia porque las consecuencias de la pandemia y los ejes de acción que marcan las ayudas europeas aconsejan que se aprueben, que sean rigurosos y, a ser posible, con amplio respaldo.

La cuestión es que en estos momentos no se sabe que va a pasar, en el sentido de si existirán y con quién se pactaran. Lo único cierto es que P. Sánchez compromete la estabilidad de su gobierno ante la élite económica y empresarial y pide a los partidos un clima de unidad para salir de la crisis. Mientras tanto el PP, con la única obsesión de conseguir el poder político, sueña con ver caer al gobierno y con elecciones, no quiere enterarse de que con los 140.000 millones de la UE se puede fomentar una economía más estable y moderna en beneficio de España, de la ciudadanía y de las empresas. Pero, por desgracia, no todas las dificultades acaban ahí : tanto ERC que gobierna la Generalitat de Catalunya con el PDeCAT del 3% y de la burguesía, como Podemos que mantiene el poder municipal en Barcelona con los votos de los chicos de Valls , se niegan a colaborar si las consultas presupuestarias y algún posible acuerdo se pudiesen desarrollar en el campo del centro derecha.

Así es que, siendo partidario de unos presupuestos de amplia base social que generen el compromiso y la ilusión de un país unido y en marcha ante la crisis, al final me conformaría con unos presupuestos aprobados por quienes apoyaron la moción de censura. Porque son legítimos y es seguro que tendrían el contenido progresista que reclama la injusta desigualdad de nuestra sociedad. H

*Analista político