Son muertos, personas, decenas de miles, cifras inimaginables hasta hace un mes, la peor tragedia de España desde la guerra y sin un horizonte claro de finalización. Hablamos de seres humanos, no de estadísticas, ni cifras, ni curvas. Y aunque la propaganda quiera hacer ver como que no pasa nada grave, sí pasa, la gente muere, algo irremediable. Parece que lo que no se ve no existe, así que se nos ocultan morgues, féretros, lutos, entierros, dolor o llantos, pero sí existen aunque no podamos verlos y se conviertan en una realidad censurada.

Desgraciadamente somos los campeones en esta trágica carrera, tenemos el índice de muertos por millón de habitantes más alto del mundo, al igual que de sanitarios infectados. Evidentemente se está haciendo mal, muy mal, con equivocaciones letales. No sabemos ni cuántos muertos hay de verdad, muchos no se cuentan y así se aligera la cifra que ya es enorme. Y la gente que levantó este país está muriendo tristemente en soledad, sin despedirse de sus seres queridos que se quedan con el alma desgarrada por no poder acompañarlos. Tu padre o madre o abuelos no se encuentran bien, van al hospital, los ingresan y lo siguiente es que han fallecido. No puedes darle un entierro decente, ni velarlo, no hay duelo, ni despedida, ni funeral, solo cenizas. Se convierte en un número más de esta asquerosa estadística inhumana por la que alguien pagará. Detrás de cada persona que fallece hay una gran tragedia y mucho dolor. Quieran o no, oficial o personal, estamos de luto.

*Notario