CARTA AL DIRECTOR

El hombre nace dependiente, totalmente dependiente. No sobreviviría si alguien no cuidara de él. Crece y se desarrolla también como un ser dependiente. Estudia, trabaja, desempeña su vida social, familiar y profesional de forma dependiente; ejerciendo plenamente su libertad y asumiendo los límites que el entorno le impone, pero dependiente.

E igualmente es responsable de la dependencia de otros y eso también en el ámbito familiar, social y profesional: es esposo, padre, hijo y hermano en su esfera familiar. Y en cuanto al espacio profesional, todo trabajo tiene un aspecto social, está orientado hacia otros.

¿Dejará el hombre de ser dependiente? No, mientras tenga vida. Y a eso se opone la eutanasia. Sus defensores quieren precisamente acortar el tiempo de la dependencia, liberarlo (falsamente) de esa dependencia. El hombre, por naturaleza, no quiere morir; quiere, sin embargo, que si hacia el final de su vida se presenta, le mitiguen el dolor y el sufrimiento. Y eso es justamente la misión de los cuidados paliativos: lograr que el hombre finalice su dependencia de forma serena y apacible. H

Juan Antonio Narváez