CARTA AL DIRECTOR

Tengo un hijo enfermo de 25 años, como supongo que muchos de vosotros también. Llevamos 10 años luchando, la última vez que estuvimos en el hospital fue el 12 de marzo de este año, la ambulancia no vino a buscarnos, el 061 estaba colapsado.

Lo cogimos, lo metimos en el coche como pudimos, me salté todos los semáforos y llegamos al Vall d’Hebron a las 5.30 de la madrugada. Gracias a que ellos estaban preparados cuando llegamos, porque le dio un paro respiratorio, me lo salvaron, ya no sé por cuántas veces. Agradezco de todo corazón a las urgencias de Vall d’Hebron, a Neurocirugía, Neurología, Oncología, a todas las enfermeras y auxiliares, celadores...

Pero no sirve de nada dar las gracias si no hacemos de este confinamiento una lección de vida. Por culpa de la pandemia, muchas madres e hijos se han quedado sin la fisioterapia, sin educación especial, sin servicio de logopedia; nuestros hijos se retrasan en la recuperación de sus mínimos para llevar una vida dentro de lo que nosotros llamamos normalidad . Me gustaría que fuerais conscientes de que hay muchos jóvenes que viven confinados permanentemente. H

Mimi Lambert