Querido/a lector/a, creo que todos, y en más de una ocasión, nos hemos encontrado en situaciones inevitables que, por una cosa u otra, nos han desconcertado o sacado de punto. Eso que ahora y en lenguaje un tanto cheli se explicaría diciendo: «me ha hecho flipar».

Bueno pues, más o menos es lo que he sentido cuando este fin de semana he leído la entrevista que para publicitar su último libro de ensayo, La llamada de la tribu, ha concedido Vargas Llosa, el premio Nobel de Literatura del 2010. Y es que, aún sabiendo que este gran contador de historias era un joven de izquierdas que defendía con pasión posiciones de justicia social y económica frente a dictadores, aún sabiendo que ahora es un señor de derechas que abraza un neoliberalismo conservador que provoca más corrupción y desigualdad en el mundo, aún teniendo eso claro, me ha vuelto a sorprender por su olvido u abandono de criterio y personas que en otro tiempo defendía como elementos esenciales en su formación y actividad intelectual. Digo con ello que cuando en esa reciente entrevista trata de elaborar el mapa de aquellos intelectuales que le influyeron decisivamente en su vida y obra, solo habla de Adam Smith, Karl Popper, Ortega y Gasset, Friedich Von Hayek, Isaiah y Raymond Aron. Es decir, se olvida o deja conscientemente a todos aquellos que, como Jean Paul Sartre, Albert Camus y otros, en el pequeño discurso de recepción del Nobel, en Suecia, les reconocía que le enseñaron que las palabras son actos, que un libro comprometido con la realidad es una herramienta que ayuda a cambiar el mundo y la historia y que, toda literatura sin moral es inhumana y poco adecuada.

Querido/a lector/a, no seré yo quien critique a un premio Nobel por la calidad de su literatura. Sería algo patán y extremadamente ridículo. Pero si digo que algunos tienen evoluciones políticas y sociales que no son envidiables.

*Analista político