Silencio. Fueron dos minutos impresionantes de silencio por la España vaciada en la sesión de clausura de la Federación Valenciana de Municipios y Provincias celebrada el pasado viernes en València. A mi mente acudió el silencio de nuestras plazas y calles, cuando de la algarabía del verano pasamos a la mudez del invierno. Todo se queda como solo, silente, sin vida, apagado.

Momentos antes, de una emisora radiofónica me habían preguntado qué vamos a hacer en concreto, en la práctica, ya, contra la despoblación. Me acordé, entonces, de lo interesante y productiva que había sido la entrevista que unos días antes había tenido con Jeannette Segarra, la nueva directora general de la Agencia Valenciana Contra la Despoblación que ha creado la Generalitat, y le hablé a la periodista de la variable demográfica, la excepción poblacional o cómo la queramos llamar.

Y es que hay acciones que desde la misma administración se pueden llevar a cabo que no son gravosas, que no cuestan dinero, que no tienen costes añadidos, pero que pueden ser muy beneficiosas, determinantes para que nuestros pueblos de interior dejen de perder población.

La primera actuación es actitudinal y no es cosa menor. La administración no puede ser neutral, fría y distante cuando alguien de nuestras comarcas acude a solicitar un permiso, aclarar una duda o a pedir información sobre la viabilidad de un proyecto. Hay que extenderle de inmediato una alfombra roja. Un autónomo, un emprendedor, alguien que quiere invertir en nuestras comarcas, es una rara avis, una «especie a proteger» (también los humanos del interior vamos a pedir la calificación de «especie protegida».

Todo ha de ser facilidades, ayudas, consideraciones, apoyos. Una granja no puede estar años esperando la venia, ni un taller rogar por la licencia de apertura indefinidamente. El solicitante habrá de conocer y cumplir la legislación vigente, claro está, pero nosotros, las administraciones, nos hemos de posicionar en su favor, ponernos en su lugar, estar con él, acompañarlo, cuidarlo, mimarlo.

La otra actuación, no es tan fácil, pero es esencial. En todas las disposiciones legales: leyes, órdenes, decretos y resoluciones se ha de contemplar la variable demográfica o la excepción poblacional. Al final se ha logrado que la igualdad de género esté presente de manera transversal en todas las disposiciones legales. Es una conquista histórica sin precedentes que a todos nos alegra. Habríamos de lograr una conquista semejante en cuestiones de despoblación. Es una labor ingente que afecta a todas las consellerias, pero hay que hacerla.

La directora general es plenamente consciente de la tarea que tiene por delante. Además, dentro del proyecto Avant de la Generalitat, se ha creado una comisión interdepartamental para tratar esta cuestión. No puede ser que en las escuelas rurales nuestros alumnos y alumnas coman de cátering y no puedan degustar los platos frescos del bar o restaurante del pueblo, ni que nuestros jóvenes del EMCUJU o el EMPUJU no puedan volver a trabajar, una vez lo han hecho un año, ni que las segundas residencias edificadas en el interior tengan la misma consideración fiscal que las de una playa de moda, ni que en el autobús escolar no se pueda subir un adulto que quiera ir a la cabeza de comarca, ni que las exigencias sanitarias de una quesería artesanal sean las mismas que se piden a una multinacional, ni que un purismo ambientalista rigorista y extremo ponga trabas al desarrollo ganadero, ni… etc, etc. Desde la razón, el sentido común y una visión compartida de lo que es y significa un desarrollo sostenible se pueden encontrar soluciones que a todos satisfagan.

Ahí estamos y ese es uno de los retos en la lucha contra la despoblación.

¡Vamos a ello!

*Presidente de la Diputación