Las fiestas de la Magdalena empiezan en pocos días. A pesar de que todo el mundo puede disfrutarlas, se sabe que son los mas jóvenes quienes lo hacen con mayor intensidad. Éstos deberían saber que para divertirse no es necesario extremar las conductas, todo tiene su justa medida.

Todos hemos sido adolescentes y sabemos que el abuso de alcohol en esa franja de edad es tan común como peligroso, siendo cada vez más frecuentes los casos de intoxicación etílica. Los más jovenes, con esa impresión de creer saberlo todo, se encuentran en unas condiciones emocionales tan especiales que les llevan a actuar de manera impulsiva, sin medir la consecuencia de sus actos y cediendo a las presiones del grupo.

Pero el consumo de alcohol no es el único exceso de las fiestas. Ya hace unos años que el cannabis es la droga ilegal más consumida del país. Lo peor de esta droga es la buena fama que tiene, entre los consumidores, claro. Estos, a menudo olvidan (nunca mejor dicho) que fumarla dificulta la memoria a corto plazo, la de los eventos recientes y la coordinación, lo que acarrea serios problemas a la hora de realizar cualquier tarea.

Los estudios demuestran que los adultos que consumieron marihuana en la adolescencia, a pesar de que luego la dejaran de consumir, no recuperan el deterioro cognitivo perdido. Esto es así porque el cannabis tiene un impacto tremendo en el cerebro de los jóvenes que está en desarrollo, estableciendo conexiones nuevas.

La clave está (como en todo) en la educación de nuestros hijos. A saber: estar pendientes de su evolución, escucharles activamente y sin censuras, dar responsabilidad y libertad de forma paulatina y ser firmes en lo fundamental y flexible en lo secundario, pues adoptar una postura tolerante en cuestiones menores es una actitud inteligente y provechosa.

*Psicólogo clínico

(www.carloshidalgo.es)