Parece que el refranero popular con el que hemos crecido ha perdido su vigencia, sobre todo el que rezaba que la experiencia es un grado. Que se lo recuerden ahora, si es que no lo tienen presente cada día para jurar por el santoral completo o por todos y cada uno de los rangos familiares, a los parados mayores de 55 años, 45, 35, 25 o a quienes ni siquiera tienen edad, pero si una vida entera por delante para vivirla con no pocas incertidumbres.

Las estadísticas en general y del desempleo en particular, se fundamentan en porcentajes, en números, son estupendas para los titulares, pero donde realmente se vive la tragedia es detrás de cada uno de los números de los que se sirve para ejecutar sus cuentas y determinación.

Y es que en Castelló, y también en España, el colectivo de parados de más de 55 años sigue sin saber lo que es la recuperación económica. Los desempleados en esta franja de edad, a los que pertenecen la mayoría de trabajadores que se quedaron en paro con los Expedientes de Regulación de Empleo que pusieron en marcha muchas empresas tras aprobarse la reforma laboral en 2012, se ha disparado hasta un 322 por ciento desde el 2007 hasta finales del 2016. Muchos de ellos, con más de 20 años de experiencia profesional, trabajando como un verdadero todoterreno en diferentes puestos de trabajo o en una actividad laboral específica, han realizado varios cursos de formación en otros sectores para probar suerte porque así se lo han exigido a sí mismos, por las personas que tiene a su cargo y por su propia dignidad, pero las empresas se lo han puesto en bandeja, el rechazo, que no precisamente un puesto de trabajo. Los buscan más jóvenes, la edad importa y además es un problema. Los mayores de 55 años solo consiguen empleos puntuales, en negro, mál pagados e indignos.

Desde la UGT, aseguran que el Gobierno «ha penalizado especialmente a los desempleados mayores de 55 años, les ha abandonado a sus suerte al aplicar las reformas legales de la última legislatura y se ha creado una bolsa de pobreza a la que todavía no se ha planteado ninguna solución». Es necesario que las administraciones y las empresas faciliten su reincorporación laboral.

Hasta ahora, el Consell y otras administraciones se han centrado en la incorporación laboral de los más jóvenes, otro de los colectivos más castigados por la crisis, si es que se escapa alguno de los colectivos. Los menores de 30 han sido los destinatarios de la mayor parte de las ayudas. Ahora, la Generalitat Valenciana ha lanzado el plan Avalem Experiència, dotado con 229 millones para mejorar las perspectivas de empleo a las personas desempleadas de 30 años hasta 64. El objetivo es dar respuesta a la situación de emergencia social generalizada que viven todos los colectivos, incluso, un amplio espectro de las personas que trabajan. De forma que el programa incluye a los parados de más de doce meses y se estima que el público objetivo de este plan es de 190.600 personas en la Comunitat Valenciana. En definitiva, Avalem Experiencia implica a personas, empresas, personas autónomas, sectores sociales y a otros agentes del ámbito educativo.

En cualquier caso, el colectivo de desempleados mayores de 55 años es el más desfavorecido pero, en realidad, es muy difícil tener una idea clara de quién es el más castigado por la crisis. Todo parece indicar que los desfavorecidos somos todos, incluso los que trabajan, que podrían acabar siendo empleados pobres o muy pobres a corto y medio plazo si el sector público y privado no toma cartas en el asunto con celeridad.