En su reciente libro, Carles Puigdemont cuenta hechos y situaciones que sucedieron en las jornadas que todos recordamos. Naturalmente, desde su óptica:

«[Los de ERC] no esperaron ni treinta segundos en hacer correr que yo era un traidor. El día antes lo teníamos pactado, me habían dicho que no compartían la decisión [de convocar elecciones] pero que la respetarían y me apoyarían. Y yo todavía no había dicho nada y ellos ya hacían correr que era un traidor y convocaban un consejo nacional para dejar el Govern. Y eso me lo hacían los que se suponía que tenían que tener preparado el 1-O y no lo tuvieron, y los que se suponía que tenían que tener preparado el día después de la declaración [unilateral de independencia] y resulta que no había nada».

Pero lo que no sabíamos es que ya en enero del 2017 Puigdemont pensaba que:

«[ Junqueras ] no quiere que se haga el referéndum y quiere ir a elecciones para poder decir que la culpa es de los convergentes».

Siendo así las cosas desde buen principio, sorprende que Puigdemont se colocara a merced de las 155 monedas de plata. Solo Gabriel Rufián defiende que su tuit no fue para señalarle como traidor. Las muestras de que Junqueras se la acabaría jugando y de que es incapaz de cumplir sus compromisos se suceden durante todo el libro. Quizá su título más descriptivo sería La doblez e incompetencia de Oriol Junqueras .

Puigdemont también expone discrepancias estratégicas:

«Los han dejado solos [a Comín y Serret ] y yo creo que esto solo se puede interpretar de una manera: ERC ha roto con el exilio».

Igual, en uno de los cuatro libros que ya ha escrito, Junqueras da una versión alternativa. Pero por ahora, la que cuenta para la historia independentista es la de Puigdemont. H

*Periodista