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Un total de 62 días tardó José María Aznar en granjearse las complicidades políticas suficientes para ganar en 1996 su investidura como presidente del Gobierno. Aquel periodo marcaba el récord de interinidad de un Ejecutivo que ahora ha sido batido de forma escandalosa: hoy se cumplen 215 días de gestión en funciones de los asuntos públicos. Solo Bélgica, Moldavia, Camboya e Irak han estado más tiempo en situación interina. Y eso conlleva incertidumbres que pasan factura, especialmente en el movedizo ámbito de la economía. Las autoridades de Bruselas ya han mostrado su nerviosismo por la tardanza en encontrar en Madrid un interlocutor válido. El ministro de Hacienda, Cristóbal Montoro, anuncia ahora que cierra el grifo a cualquier gasto corriente en las administraciones públicas que no esté contemplado en los Presupuestos. Con esta iniciativa el Gobierno central pretende ahorrar unos mil millones. A estas alturas, sin embargo, Bruselas ya está escarmentada sobre un Gobierno que prometió disciplina presupuestaria y jugó electoralmente con impuestos bajos y pagas extras, mientras avanza a golpe de “desembolsos excepcionales” arruinando la hucha de pensiones, donde por cierto acaba de meter una vez más la mano para sacar otros mil millones.