La situación vivida la pasada semana en la sede socialista de Ferraz, más allá de un hecho interno del Partido Socialista, tiene una lectura más amplia para los intereses de la Comunitat Valenciana.

El presidente, Ximo Puig, ausente en el Gobierno del día a día de la Comunitat Valenciana, quiere jugar en una liga que se le antoja bastante grande. Incapaz de resolver los problemas de los valencianos, juega a un bloqueo ambiguo de la situación de España. En Madrid apuesta por un gobierno del PP para nuestro país, pero en la Comunitat juega a lo que diga Compromís y Podemos. La debilidad del presidente Puig es más que manifiesta, no se pueden pretender dos cosas a la vez que son literalmente contrarias.

El presidente Puig que tiene su cargo de forma interino o a préstamo de las decisiones de sus socios más radicales y sectarios parece que ha entrado en un callejón de difícil salida. A falta de gobernar en defensa de los valencianos, desde el primer día pretendió que su única forma de permanecía en el cargo era aquello que le unía a sus socios de Compromís y Podemos: ir contra el Gobierno de España.

Ese objetivo es el que mueve todas y cada una de las acciones de su Gobierno con la finalidad de confrontar, hasta de forma artificial o ficticia, unas malas relaciones con el Gobierno de España, que por cierto es quien está llenando la caja y pagando a la gente ante la morosidad galopante y falta de pago del Consell. Mientras los impagos del Consell son una constante, el Gobierno de España está cumpliendo diligentemente y pagando a todo el mundo ante la incapacidad de pago de Puig y Mónica Oltra. Pero el discurso es, que el malo es Mariano Rajoy.

Pero, sin embargo lo del pasado sábado en Ferraz da un vuelco general a su única estrategia. Si Puig facilita un gobierno de Rajoy, ayuda a la situación de inestabilidad de gobernanza de nuestro país pero, por el contrario, se posiciona en el lado opuesto de sus socios. Si Puig no facilita el gobierno de Rajoy y continua el bloqueo en España, seguirán los lamentos contra el Gobierno de España pero sin embargo, mantendrá intacto el sillón prestado que sus socios le han cedido. ¿Cómo puede explicar Puig que se oponga a un gobierno que tiene que cambiar el modelo de financiación que demanda?

Sea lo que sea, la decisión de Puig destila una falta de liderazgo más que notable. El préstamo que Oltra y Montiel han hecho a Puig para ser presidente cada día nos cuesta más a los valencianos. Un presidente a préstamo nunca es un líder. H

*Diputado autonómico del PP