A veces una tiene la sensación de que una parte de la sociedad prefiere ir hacia atrás en lugar de pensar en el futuro. Lo digo a propósito de la violencia de género y en un momento en que algunas formaciones políticas están banalizando con la muerte de las mujeres a manos de los hombres. Son mensajes que alertan sobre un retroceso preocupante que puede acabar con el consenso en torno a las políticas de Estado sobre la violencia machista y que merecen una respuesta unánime del frente democrático.

No se puede transigir con quienes plantean recortes en las acciones de gobierno contra la violencia. Cuando aún hay una sensación en general de que los esfuerzos que se hacen son escasos y que es preciso potenciar los proyectos contra el terrorismo de género, surgen estas voces retrógradas que plantean dudas sobre la labor que deben ejercer las instituciones para afrontar este gran problema social que mata a tantas mujeres.

Han sido muchos años de lucha ciudadana, de agitación feminista y de combate político para que ahora vengan los ultras, los fanáticos del peor pasado, a negar la evidencia. El negacionismo es lesivo para atacar el problema. Si la sociedad como conjunto no es capaz de comprender la realidad del drama de la violencia de género, será difícil que podamos articular instrumentos eficaces para neutralizarla. Debemos reaccionar para que no se nos olvide la importancia de plantar cara a la violencia. Juntas. Juntos.

El momento más duro que he vivido en estos casi cuatro años en la Alcaldía fue con el asesinato bárbaro de dos pequeñas a manos de su padre. Me sentí bloqueada, hundida. Fue un mazazo a la conciencia colectiva que nos hizo reflexionar sobre el papel que debemos cumplir, en lo individual y en lo colectivo, para no volver a sufrir una experiencia tan trágica. Comprendí que es necesario que desde nuestro ámbito personal sigamos trabajando y sumándonos al bloque social contra el machismo que mata a mujeres. Y comprendí que hay que redoblar la tarea política y la cooperación institucional para no tener que volver a llorar más por una de las nuestras.

Estamos hablando de vidas de mujeres y defender el derecho a la vida es lo primero en una comunidad democrática. Aquellos que saltan ahora a la arena política y exigen la eliminación de las leyes y las ayudas a las víctimas no solo atentan contra de la racionalidad y la sensatez, sino que agreden la Constitución. Seguramente eso es lo que están buscando: acabar con el marco de libertades, eliminar los sistemas de protección de la ciudadanía, especialmente de quienes son más vulnerables, e instituir de nuevo un régimen dictatorial como el que afortunadamente dejamos atrás.

Luchar contra el fanatismo intolerante es nuestra responsabilidad y va a ser mi empeño personal e institucional en este 2019 que ahora estrenamos. La diferencia entre quienes estamos del lado de la democracia y quienes prefieren amparar la violencia es que nosotras y nosotros somos más y somos mejores. Estoy convencida de que la mayoría sensata de este país se impondrá y ganaremos la batalla contra la barbarie. Otra vez.

*Alcaldesa de Castellón