Ante el uso --y el abuso-- que el PSOE está perpetrando para apropiarse del voto femenino durante la campaña electoral, hay algunas consideraciones que se deben tener en cuenta. La primera es que para un demócrata, ser feminista no es una opción, es una obligación. La igualdad entre hombres y mujeres en una sociedad democrática ha de ser una aspiración no solo retórica, sino efectiva. En España hemos de luchar por la igualdad real, ya que la igualdad legal está consagrada por el artículo 14 de la Constitución. A pesar de ello continúan habiendo roles diferenciados, tanto sociales, como laborales o familiares, que hay que superar especialmente a través de la educación. Mención aparte merece la violencia que sufren las mujeres, una cuestión que toda la sociedad en su conjunto debe comprometerse en su erradicación, comenzando por los poderes públicos.

Como dice el artículo 1 de la Declaración de Derechos Humanos, «todas las personas nacen libres e iguales en dignidad y en derechos». Por tanto la dignidad de las mujeres es intrínseca a su nacimiento, no a su ideología. En segundo lugar, vincular feminismo con socialismo o anticapitalismo es delirante y solo puede ser fruto del prejuicio ideológico. Utilizar la causa feminista para atacar a los partidos de centro derecha en general y al Partido Popular en particular, no solo es injusto, sino que además es una anomalía democrática solo explicable por el desconocimiento de la historia de los derechos de las mujeres en la España contemporánea. La primera ministra de España, la primera presidenta del Congreso, la primera presidenta del Senado, la primera española vicepresidenta de la Comisión Europea, han sido mujeres del Partido Popular.

Es más, la apropiación por parte de la izquierda de la lucha por los derechos civiles de las mujeres en España, no resiste el más mínimo análisis histórico. El Derecho de voto de las mujeres se aprobó en España en 1931 gracias al voto de la derecha del parlamento de la República. La práctica totalidad de la izquierda --incluidas las dos diputadas socialistas, Victoria Kent y Margarita Nelken--, votaron en contra de los argumentos de la liberal Clara Campoamor, miembro del Partido Radical de Lerroux, que sería presidente del Gobierno cuando la derecha ganó las elecciones en 1934.

Por tanto, el feminismo es inherente a la dignidad de las mujeres, no consecuencia ni del sectarismo ideológico de la izquierda, ni de sus prejuicios.

En Castellón el Partido Popular presenta a estas elecciones municipales mujeres comprometidas con la causa de la mujer. Susana Marqués, Marta Barrachina, María Ángeles Pallarés, Carmina Ballester, Carolina Castelló, María Tormo, Chelo Vilarrocha, Asun Queralt, Ana Obiol, ... entre muchas otras, así lo demuestran cada día.

Y en Castellón capital, Begoña Carrasco trabaja además en la Oficina de Atención a las Víctimas del Delito, atendiendo a mujeres víctimas de violencia de genero. No se puede poner en duda ni su condición de mujer, ni su compromiso por construir una sociedad más igualitaria y más justa entre mujeres y hombres. Y así lo van a demostrar cuando a partir del 26 de mayo gobiernen en sus municipios.

*Vicepresidente Diputación Provincial