La provincia de Castellón y en lo que a nosotros nos atañe, Benicàssim, se están convirtiendo este verano en el gran atractivo de los festivales musicales y los espectáculos veraniegos. Y miles y miles de espectadores y de participantes, llegan en todos los medios posibles, en tren y en autobús, desde cualquier parte, aún con los transbordos pertinentes y, ahora, desde hace unas semanas, es el Aeropuerto de Castellón-Costa Azahar, el escenario de la llegada en avión hasta la zona de Villanova y Benlloch, en busca de la cornisa marítima y de las playas, aunque también, claro, de los escenarios programados. Lorenzo y yo seguimos a lo nuestro. Él creando mágicos encuadres dibujados. Yo observando, buscando el humo de los barcos y construyendo mis torres y castillos de arena. Y, claro, pensando en ti pues ya sabes que tengo ganas de verte. Pero nada. De cualquier lugar del mundo, norte, sur, este y oeste.

Cerca de donde nosotros nos encontramos, con los negritos del Senegal ofreciendo su mercancía, ha sonado como un encanto la palabra peseta. También euro, natural, libra, dólar y otras, pero al sonar más de quince años después la palabra peseta y su significado, nos ha obligado a ir caminando hacia atrás en el tiempo y nos hemos plantado el día 7 de marzo de 1937, que es lo que señala el comienzo en Castellón de la producción de moneda fraccionaria.

Y es que, como es sabido, durante la Guerra Civil, la Fábrica Nacional de Moneda y Timbre se trasladó con el gobierno republicano a Valencia. Bueno, pues una de sus factorías se instaló en Castellón, en una de las dependencias de la mítica Villa Dolores, en la legendaria mansión de los Boera Gimeno, enfrente de donde hoy está el complejo de Salera y su pariente Alcampo. Durante unos meses, en Castellón se programaron y de aquí salieron 156 millones de monedas y, según Ramón Marín, que tanto sabe de esto, estaba entre ellas la inolvidable peseta rubia, una peseta de bronce con la cara de una mujer por delante y un racimo de vid por detrás. Anverso y reverso. Después aparecerían los millones de monedas de los céntimos, que eso ya era cosa de los nacionales, el gobierno de Burgos durante la guerra, aunque fue desde 1939, con la leyenda de Una, grande y libre, refiriéndose, claro, a España.

Y volviendo más atrás en el tiempo, moneda es el sobrenombre aplicado a la diosa Juno y dado a las monedas porque en aquella antigüedad había una fábrica de ellas al lado mismo del templo de esa diosa. Cuando yo era un joven estudiante, incluso un asalariado en mi adolescencia las palabras moneda y peseta, tenían una especial significación. No se me olvida cuando en alguna redacción me tocó escribir lo de que “la moneda de España es la peseta”. Y también me tocó aprender aquello de que fueron los fenicios quienes inventaron la moneda.

Lo cierto es que hoy y siempre, la palabra moneda forma parte de nuestra vida y nuestras relaciones con los demás. Y con nuestra peseta o el euro más reciente de ahora, hemos podido negociar, comprar, intercambiar nuestras propiedades con las que cualquier persona puede hacer ahora y siempre con la moneda de su país, que viene a España en busca de algo. De lo que sea. H