Se cumplen 30 años de la palmera. El símbolo de la administración turística autonómica. 30 años de la palmera del gran diseñador valenciano Pepe Gimeno. Siempre me he considerado un devoto del logotipo que más nos identifica como destino turístico. Un icono que ha logrado superar con éxito todas las batallas sobre símbolos y estandartes. Una palmera que representa muchas cosas y evoca valores que debemos recalcular y reinventar constantemente.

La gobernanza del turismo requiere una visión que abra todo el angular para constatar que la vida no es un punto, sino un panorama. Que la suma de muchos puntos de vista crea el panorama. 360 grados para observar en cualquier dirección y verificar que un territorio turístico es la suma de muchas acciones. Un polifónico ecosistema de actores públicos y privados que contribuyen a que las cosas funcionen razonablemente bien. Nada tiene un padre claro. Hoy -y creo que es un esquema válido para otros ámbitos-- los proyectos y las obras son difícilmente etiquetables. Hoy las cosas son resultado de una obra coral.

Pero hay algo que merece ser subrayado como ejemplar: la red de centros de formación que tiene la administración turística valenciana. Miles de alumnos pasan cada año para cursar estudios vinculados a la gastronomía, cocina, sala y diversos oficios relacionados con las profesiones del turismo. Profesiones que deben obtener el reconocimiento social que merecen.

Un reconocimiento radicalmente justo porque este sector contribuye de una manera decisiva a la generación de economía, riqueza, empleo, bienestar e imagen para nuestra Comunitat. Nuestra mejor contribución es y será, sin duda, la formación. Invertir en capital humano resulta fundamental para entender el modelo turístico que buscamos. Nuestro principal activo deben ser las personas, la gestión del talento, la capacidad de innovar, de crear y de aportar valor a los negocios y a los servicios. No podemos fundar nuestra competitividad en la rebaja de salarios ni en la laminación de derechos. Debemos fundarla en todo lo contrario. En una estrategia colectiva y en un gran acuerdo social para que, al compás de la desestacionalización de la temporada, se puedan consolidar plantillas y proyectos empresariales de la más diversa naturaleza y tamaño.

El trabajo de nuestro Centro de Desarrollo Turístico (CDT) del Grao es un ejemplo del esfuerzo que hacemos con medios escasos. Hemos lanzado otro proyecto que ubicaremos en la viaja fábrica Giner de Morella. Patrimonio olvidado de la propia Generalitat que reiventaremos como centro de formación, innovación y aceleración de iniciativas para el turismo de interior.

Los CDT son una historia gratificante para el sector, pero podemos y debemos llegar más lejos, mejorando las propuestas, la oferta formativa, los contenidos y los servicios que prestamos. Los cambios están en marcha, y será cuestión de tiempo que el sector y la sociedad pueda aprovecharlos para mejorar la productividad y competitividad turísticas. Estos días lo que nos motiva no son tanto las cifras de ocupación y determinados récords, sino las forjas del futuro. El futuro pasará por más formación, más capital humano, más calidad, más dignificación profesional.

*Secretario autonómico de Turismo