El diálogo entre el Gobierno de Pedro Sánchez y la Generalitat de Cataluña «ha encallado», por usar la palabra que ha utilizado la vicepresidenta del Gobierno, Carmen Calvo. Fracasado tal vez sería la palabra adecuada, ya que esa es la sensación que transmitía en la rueda de prensa Calvo, rostro de un Gobierno atrapado en el fuego cruzado de una oposición desleal e irresponsable y de unos independentistas catalanes que plantearon la negociación en unos términos --el derecho a la autodeterminación plasmado en un referéndum y la intervención gubernamental en el proceso judicial a los líderes del procés-- sobre los que ni este Gobierno español ni cualquier otro puede negociar.

Este Ejecutivo, en situación de franca minoría en el Congreso de los Diputados, lo único que ha recibido hasta ahora por parte de los partidos independentistas son dos enmiendas a la totalidad a los Presupuestos, unas exigencias inaceptables y todo tipo de gestos provocadores y desplantes.

Así pues, el independentismo debe reflexionar. Tal vez la concentración de mañana que ha convocado la triple derecha le ayude a ello. PP, Ciudadanos y Vox se manifestarán para intentar forzar en la calle lo que no pueden en el Congreso, unas elecciones anticipadas. Sin Presupuestos, la legislatura se acorta, como admitió Calvo, y la alternativa a Sánchez pueden ser los convocantes de la manifestación. El Partido Socialista (barones y exlíderes) también debería reflexionar. Si un gesto tan nimio como el del relator basta para incendiar el país (y el partido), sería conveniente que aportaran sus propuestas para solucionar el conflicto catalán.