Estamos a las puertas de unas nuevas elecciones y es increíble cómo los partidos del Botánico, tanto el PSPV, como Compromís, intentan hacerse un lavado de imagen exprés para aparentar ser lo que no son, para mejorar su imagen. Pero la realidad es muy tozuda ¿cómo piensan esconder las más de cuarenta sentencias judiciales en contra de su política educativa? ¡Es que desde finales de 2016 el TSJCV ha publicado 42 sentencias contra las políticas educativas del gobierno del Botànic! Y yo me pregunto, ¿cómo se puede intentar suavizar eso?

En Educación, a Puig, le han tumbado todas sus líneas estratégicas --¡todas!-- las que atentaban contra las universidades privadas, sus intentos de imposición lingüística, el atacar sin justificación alguna la libertad de las familias, su estrategia para trasvasar alumnos a la pública. Puig y Oltra, los que ahora intentan dulcificar su imagen, han intentado arrebatarle sus derechos a las familias. ¿Cómo pretenden que nos olvidemos de eso? ¡Lo han incumplido todo! Tres leyes orgánicas, la Constitución, nuestro Estatuto, la ley de uso y enseñanza del valenciano.... Los botánicos no han respetado nada, han sido irresponsables y temerarios y por mucho que ahora intenten poner cara de no haber roto un plato, no les va a servir de nada porque somos muchos los que nos vamos a encargar de recordarles, todos los días, sus ilegalidades, sus mentiras y su falta de gestión.

Es que es una auténtica vergüenza que la chapuza, la mala gestión y el caos se haya convertido en la norma habitual de funcionamiento en Educación. Han querido imponer su modelo sectario, su modelo mediocre, pasando por encima de todos y de todo, incluso de la justicia. ¡Es que han sido los tribunales quienes han dicho que el modelo que está imponiendo el PSPV y Compromís es ilegal!

Pero no solo en Educación la gestión ha sido desastrosa. La cultura no se ha quedado atrás. Han transformado el programa Fem Cultura en un fem de cultura. El Palau de les Arts ha dejado de ser un teatro de referencia a nivel internacional que competía con el Metropolitan de Nueva York o la Scala de Milán a convertirse, según los críticos, en algo hortera, inapropiado, vulgar, grotesco o mediocre. Pero no tenemos que irnos tan lejos para ver el desastre de la gestión en la cultura, porque Castellón es un claro ejemplo: la mayor parte de ocasiones, la calidad de la programación cultural habla por sí sola: mediocridad absoluta, pero bueno, eso es algo que está a la vista de todos ustedes y seguramente, no les esté descubriendo nada nuevo.

Y en Deportes, más de lo mismo, no han hecho nada; lo único que han conseguido que tenga cierta relevancia en la gestión deportiva es que la selección autonómica pase a llamarse selección nacional. ¡Y es que no hay sector al que no le den su tinte separatista! No lo pueden evitar.

El problema es que no entienden que este tema es muy serio porque estamos hablando de los pilares básicos de una sociedad. Hablamos del futuro de nuestros jóvenes, de derechos fundamentales, de cumplir la ley, hablamos de respeto y tolerancia. Si Puig no lo entiende es que su sectarismo es más propio de regímenes totalitarios. Hay una palabra que resume muy bien la gestión del PSPV: fracaso.

*Diputada autonómica del PP