Querido lector, el miércoles fui a escuchar a Pedro Sánchez, el del PSOE. Pero antes puse un Whatsapp en el grupo de la Ejecutiva provincial del PSOE en Castellón anunciando mi presencia en el acto. Decisión, la del Whatsapp, que no buscaba provocar ni que nadie justificara su legítima voluntad. Solo tenía la intención de que tuviera presencia y carta de naturalidad, en ese foro, las posibles posiciones que puedan existir en la calle o en el entender de los socialistas. Al fin y al cabo, era un acto de los socialistas, de un posible secretario general con afiliados y amigos. Además, en el marco de la encrucijada que vive la socialdemocracia europea y en el de la crisis política española, esos momentos en los que se presentan personas y propuestas esenciales para configurar el futuro, les pertenecen plenamente a la sociedad y a los afiliados porque les ayudan a fijar la posición. Y es que, votar en conciencia, es votar en libertad y en conocimiento.

En cualquier caso, si queremos que las primarias sean fecundas y que se consoliden como medida de participación y saber, no pueden ser un ejercicio de sectarismo, ninguneo o confrontación que rompe la convivencia y la unidad de acción. Así que fui a escuchar a un candidato a la secretaría general, el que fuera, no importa. Un derecho que ejercerlo y hacerlo público, tengo la impresión que aún es útil y necesario en el PSOE porque ayuda a la normalidad.

Por cierto, no sé quien ganará las primarias, pero si me guío por lo que pasa en una Europa donde vencen los candidatos que no tenían respaldo de la dirección y, si además le unimos -- en el marco de la crisis de la representación que sufrimos-- ese carisma y popularidad del mártir que quiso intentar algo y no le dejaron, parece que Sánchez tiene posibilidades de competir dignamente. Que sea lo que los afiliados quieran. No obstante, tengo la impresión de que no será fácil para nadie.

*Experto en extranjería