La gran burbuja inmobiliaria que envolvió a España, en especial a Castellón, durante los años precedentes a la crisis del 2007 todavía se deja sentir con fuerza en una provincia que llegó a tener uno de los mayores estocs de vivienda nueva por habitante del país. En el 2010 el Ministerio de Fomento apuntaba que eran más de 32.000 las viviendas que dejó la crisis sin vender. Ocho años después, la cifra se redujo a poco más de 25.500, un 20% menos, o lo que es lo mismo 6.600 en números redondos. De este inmenso estoc, el pasado año se contabilizaron 8.733 ventas, a todas luces insuficientes para dejar de ser líderes a nivel nacional en cuanto a casas nuevas vacías por cada mil habitantes.

Este hecho, sin embargo, contrasta con la realidad que parece imponerse en el mercado inmobiliario de Castellón. Una realidad que pasa por la segunda mano. Los indicadores económicos reflejan que la actividad inmobiliaria se ha animado y el pasado año se marcó en la provincia la cifra de compraventas más alta desde el 2009 con 25 al día --el 80% de segunda mano--.

Ante este panorama, los expertos en la materia auguran que será dificil adelgazar el remanente de viviendas que pesa sobre la provincia porque muchas de ellas se edificaron en zonas de la capital, del interior o del litoral que antes de la gran crisis se prevían de enorme expansión pero que ahora se han quedado fuera del mercado. Ante este panorama, cabe preguntarse cuál es el futuro de la construcción en Castellón. En estos momentos, según la última Encuesta de Población Activa, en la provincia hay 17.700 ocupados en este sector, todavía a años luz de los que se registraban en el 2007, cuando la construcción contaba en la provincia con casi 4.200 empresas que daban empleo a 30.100 trabajadores.