Vaya despropósito histórico y cultural hemos vivido en los últimos días en la Vall. Hemos sido testigos de la mayor prueba de sectarismo político como nunca se ha visto en nuestro municipio en 40 años de democracia. Hemos visto como se ha saltado el consenso que todos los alcaldes democráticos de la ciudad decidimos no tocar un símbolo que en1979 dejó de tener cualquier connotación política y pasó a ser un símbolo cristiano de unión, fraternidad y perdón.

El tripartito ha ignorado por completo la voz de más de 13.000 personas que a través de su firma solicitaban a la alcaldesa socialista que respetase la Cruz de la plaza de la Paz, además, de hacer caso omiso al mandato que el pleno municipal les dijo en dos ocasiones en esta legislatura de no retirar la Cruz. Pero no tenían suficiente con esto sino que también hicieron oídos sordos de la demanda que el Partido Popular presentó ante la justicia solicitando medidas cautelares y a los escritos que desde la Asociación de Abogados Cristianos remitían a la alcaldía. Finalmente el día 5 de junio comenzó la barbarie cultural con el derribo de la Cruz, quedando paralizadas las obras por la presión que centenares de valleros de manera espontánea realizaron in situ y por la labor de los concejales del PP tras comprobar que el expediente de obras estaba incompleto y con gran cantidad de errores. Pero la mañana del día siguiente se consumó la aberración histórica golpeando otra vez más el sentir religioso mayoritario de los valleros, que ha sido la intención fundamental desde el primer momento del tripartito de izquierdas.

No tuvieron bastante con todo esto y los restos de la Cruz estuvieron durante varios días tirados en la parcela municipal destinada para aparcamiento del cementerio municipal creando un vertedero incontrolado en pleno casco urbano cuando la empresa vinculada a IU de Moncada tenía la obligación de llevar los restos de obra a un punto autorizado. De todo este proceso me quedo con la imagen de tanta gente, hombres y mujeres, jóvenes y adultos que salieron a reivindicar lo que era y siempre será suyo porque el patrimonio y los sentimientos no se tocan.

*Presidente PP la Vall