La crisis del coronavirus ha dejado solo y sin argumentos al Consell de Puig . La gestión nefasta, improvisada, con continuas comparaciones para buscar la salvación política, arroja en estos momentos que cada cuarto de hora fallece un valenciano en nuestra Comunidad.

Puig empezó alardeando del escaso impacto del coronavirus en nuestra Comunidad, continuó presumiendo de lo bien que estábamos y de las capacidades de medios de los que gozábamos, y finalizó con su argumento político, cargando contra la Comunidad de Madrid, para cegar a todos de la realidad valenciana. Cada vez que Puig pronunciaba Madrid, cientos de valencianos se contagiaban en silencio y una veintena fallecían, pero él siempre lo hacía mejor que nadie. Teníamos más medios, más camas hospitalarias, más recursos… Todo una autentica ficción para ocultar una realidad que en estos momentos es sencillamente insoportable. La gente muere a cientos y Puig habla de qué bien va la vacuna.

Creerse un héroe en tiempos de crisis es una provocación, ser altivo y complaciente en momentos delicados, es una temeridad, pero ocultar la verdad y la realidad es una temeridad y una incompetencia supina, cuando diriges una Comunidad de cinco millones de valencianos.

Puig ha hecho de la propaganda y el falso buenismo sus dos armas para combatir el covid, cuando lo que necesitaba el covid era medios, responsabilidad y verdad. Durante muchos meses éramos líderes en todo, o eso nos contaba, venían aviones con material sanitario, abríamos camas y hospitales de campaña, teníamos más respiradores que nadie… todo, para no saber gestionar la crisis, más que a golpe de propaganda. Mientras presumía de medios sanitarios, nuestros profesionales andaban desnudos en su lucha contra el virus, el juzgado ya ha condenado a la Conselleria de Sanidad. Mientras presumía de hospitales de campaña, los mismos permanecían vacíos y sin medios para ser utilizados, mientras nos hablaba de respiradores, casi 200 estaban sin pagar mientras destinaba 700.000 € a exhumar fosas de la guerra civil.

Si no fuera poco con esto, en una reciente comparecencia nos hablaba de cuidarnos con gel, mascarilla y distancia, como si estuviéramos en marzo de 2020, pero lo decía en enero de 2021. Esa es toda su aportación, mientras al grito de que nadie se queda atrás, y de la crisis salimos más fuertes, cientos de empresas cierran, miles de autónomos desaparecen y cientos de miles de trabajadores están en Erte o se van al paro. ¿Y para ellos qué? Pues para ellos nos anuncia un aluvión de planes y más planes que no llegan a casi nadie y al que llega le llega tarde y mal. El nuevo plan anunciado es un refrito de planes anteriores, mal planteado y que no asume ni el 10% del coste de esta crisis. Puig con su inoperancia ha terminado con las ilusiones de los valencianos en lo social y lo económico.

En la carrera de buscar culpables, Puig, es incansable. Primero eran los sanitarios con sus vacaciones o relaciones sociales, después los jóvenes, después los locales de ocio, luego la restauración, y ahora todos los ciudadanos en su conjunto. Y la pregunta es ¿y él qué ha hecho? La respuesta es esperar. Puig ha esperado a que escampara, todo bajo el idílico manto de la propaganda y los falsos anuncios, abrigado por el presidente Sánchez , que desde aquel día que nos dijo que habíamos doblegado la curva del virus y era momento de volver a las calles, y nos dio el fútbol como distracción, no se le ha vuelto a ver.

Se puede ser desafortunado en la toma de decisiones, errar en ocasiones, pero tal incompetencia sostenida en el tiempo es difícil de digerir. Puig y Sánchez, Sánchez y Puig nos han anestesiado a todos con su vacuna de la incompetencia y la irresponsabilidad, pero cada día que pasa los efectos secundarios son mayores, y las vidas son más que números, al igual que los negocios no deben ser un contenedor de ruina. H

*Diputado del PP en les Corts