Querido/a lector/a, mi amiga Zaida , concejala sociata del Ayuntamiento de la Vall me manda un WhatsApp en el que me dice que su grupo de concejales se ha reunido para repasar la situación actual, ver los proyectos que están en marcha o pendientes y, al tiempo, empezar a configurar el presupuesto del 2021. Reunión de principio de curso político que fue aprovechada por Tania Baños , la alcaldesa, para recordar que sigue la misma prioridad: la de anticiparse y atender a los efectos de la pandemia y reforzar la activación económica y social. Es decir, ayudar a las necesidades de las personas y a que la Vall mejore y avance.

La cuestión es que, siendo eso lo que más o menos decía el WhatsApp, me provocó el recuerdo de aquellos tiempos pasados, tan inciertos como interesantes, de la transición democrática municipal. Pero, sobre todo, el de aquel inicial grupo de personas que, en la Vall, y provenientes, en parte, de la antigua fábrica Segarra, igual defendieron la construcción de un ayuntamiento democrático que sus propios puestos de trabajo porque todo estaba dentro del mismo pack : el de ganar una vida con dignidad. Hablo de gente con liderazgo al haber representado en ese proceso político las necesidades de quienes no tenían voz. Hombres y mujeres que supieron construir una mayoría política y social y que sin las referencias de los programas de la UE ni de la Federación de Municipios, pero con el valor de tener ideas y de atreverse, se acercaron a los barrios y a los representantes de los diferentes sectores sociales y, en el marco de un proyecto de participación, encontraron problemas, soluciones y un modelo de ciudad. Gentes que dejaron constancia de lo esencial, de que gobernaron defendiendo el bien común. A ellos mi memoria y, a Tania y su gente, mi agradecimiento por recordarme con su praxis política lo mejor de nuestro municipalismo democrático. H

*Analista político