Querido lector/a, en una pequeña reunión del PSPV-PSOE de la Vall d’Uixó, de mi pueblo, le decía a Tania Baños, la alcaldesa, que cada vez que la veía por la periferia con eso que creo que se llama «el gobierno en tu barrio», se me alegraba el alma. Sencillamente porque de todas las decisiones políticas no tengo la menor duda de que esa es la mejor, la más necesaria y urgente.

Eso de reencontrarse cara a cara con los ciudadanos a título individual y a través de sus organizaciones cívicas, debatir sobre sus problemas y soluciones y hacer de la palabra directa un medio de comunicación y un contrato o compromiso, es desde siempre y, ahora también, la pura esencia de la política. Digo con ello que el político, cuando entra en ese terreno aprende a representar de verdad, los ciudadanos se implican en su municipio porque se sienten partícipes al notar que tienen cierto poder y pueden influir en su entorno y futuro más cercano. Pero, sobre todo, en tiempos de tanta confusión, con decisiones difíciles y con descrédito, en ese ambiente de participación y diálogo la política encuentra su papel. Su credibilidad.

¡Sí! ¡Me gusta ver a Tania con el gobierno a cuestas por los barrios, calles y plazoletas de La Vall! Ese simple hecho hace que se cambie el sujeto de la política al arrancarla de una minoría, al sacarla de los viejos esquemas de la derecha política y social y permitir que la protagonicen todos. Al tiempo, y de forma natural, se modifica la agenda, las prioridades y se introducen nuevos temas sobre los que hay que gobernar. Pero, especialmente, se amplían y democratizan las condiciones de hacer política al hacerlas más fáciles, más cercanas, más directas, más auténticas, más universales y más populares. Me gusta Tania, posiblemente, porque cuando sale de la pura y estricta gestión y se mete en el barrio con los vecinos, es decir, en la política, en ese instante me recuerda a mi padre.

*Experto en extranjería