Querido lector/ra, la semana pasada se ha vuelto a hablar de la banda terrorista ETA. Y es que, aunque ETA no mate, y ese es el gran avance, parece ser que los etarras encarcelados, el autodenominado Colectivo de Presos Políticos Vascos, ha decidido en votación y por un 73,4% a favor (tres de cada cuatro), acogerse a las vías legales para lograr su excarcelación. Con esa decisión, todo ese colectivo da por terminada la fase de resistencia, aquella en la que ningún etarra podía solucionar su futuro de forma particular y sin el consentimiento de los otros presos. Ahora, con esta votación, se acepta que cada preso busque y opte por las posibilidades que le pueda ofrecer la vía jurídica y legal española.

Querido lector/ra, una decisión de este tipo no es un milagro que devuelva la vida a todos los que fueron asesinados por ETA. Ni mucho menos. Incluso, además de llegar tarde, encima, en Euskadi y reconocido por todas las fuerzas políticas, salvo por las propias, toda esta gente no ha hecho la debida y necesaria autocrítica ni ha pedido el perdón requerido por la violación de los derechos humanos cometidos durante tantos años.

En cualquier caso y sin olvidar que la banda terrorista ETA (la que mató a personas e intentó mutilar la democracia política al cambiar el protagonismo en paz de la mayoría por una minoría y con sangre) aún no se ha autodisuelto, es evidente que el hecho de aceptar las vías legales es un paso más en el camino de normalización de la vida política y social de Euskadi. Ello no solo hará que cada preso, sin presión ni peligro de muerte, busque las medidas penitenciarias a los que tenga derecho y más le beneficien, si no que más pronto que tarde, el Gobierno de España se verá en la obligación de ordenar cambios en la política penitenciaria que, por lo menos contemple posibilidades legales y humanitarias como la de acercar los presos a Euskadi y a su entorno familiar.

*Experto en extranjería