Estrenado el otoño, toca hacer balance de un verano inusual, en el que la mascarilla nos ha acompañado junto a la toalla en los días de playa, el gel hidroalcohólico ha convivido con nuestra crema protectora y los reencuentros con amigos han sido distantes y seguros ; un verano en el que a la fuerza nos hemos tenido que acostumbrar a lo que ahora se llama nueva normalidad, pero, a pesar de todo, ha sido un verano mejor de lo esperado.

Y eso ha sido posible gracias a la implicación de toda la sociedad benicense, a cada uno de los vecinos que, pacientemente, han sabido entender que cada medida o norma, se han tomado pensando en la seguridad de todos. También a la implicación de los empresarios, que han apostado por potenciar la excelencia y calidad como distintivo de la ciudad y de los comerciantes que, con su dedicación y cercanía, han puesto el alma en cada cliente y en cada detalle. Cada gesto, cada acción y cada decisión, han sido pensadas y tomadas siempre en pro de la salud de todos.

Sabíamos que este verano sería difícil, que rivalizamos con otros destinos de proximidad y que las exigencias de la ciudadanía nos iban a examinar día a día. Por eso Benicàssim aceptó el reto, desde el convencimiento de que la coyuntura que vivimos podía ser también una oportunidad para continuar mejorando y avanzando, para dar a conocer el enorme potencial que tenemos, apostando por el binomio calidad y seguridad, aunándolo con lo que un viajero busca, que son experiencias que permanezcan en su recuerdo

Tárrega , el Jazz o la Belle Époque se han adaptado también en un verano diferente, donde la multitud de los eventos dejó paso a conciertos más íntimos, en nuevos espacios, como Villa Elisa, donde ser disfrutados por todos, convirtiéndose en emblema cultural en la provincia. H

*Alcaldesa de Benicàssim