Estos últimos meses han sido intensos. Nada de lo previsto o casi nada servía. Los primeros meses del año debimos afrontar los devastadores efectos que la meteorología arrastró hasta nuestra costa. Pensábamos que nada peor podía pasarnos este año.

El enorme esfuerzo que nos planteaban aquellos destrozos en el litoral de nuestro municipio nos obligaban a renunciar a otras inversiones, replantear prioridades e iniciar una carrera contrarreloj para tratar de recuperarnos antes de Semana Santa, periodo en el que ya muchos turistas y visitantes nos elegían para pasar sus días de descanso en la costa.

En febrero, tras un parón de uno o dos meses en la mayoría de casos, abrían los hoteles, engrasaba la maquinaria turística que, en los últimos años, había ganado parte de la batalla a la estacionalidad, cerrando negocios tras los puentes, a finales de año.

El año 2017 y su actividad turística había sido extraordinario. Los años posteriores arrojaron muy positivos, consolidando una tendencia favorable tras años de trabajo por dejar atrás la reciente crisis económica que otros sectores habían sobrellevado peor.

Pasó febrero y llegó marzo con la inesperada pandemia. Como un meteorito nos golpeó dejándonos sin aliento. En shock debíamos reaccionar. Debíamos atender a las familias que peor lo pasaban, trabajar por prevenir y evitar los terribles efectos que la enfermedad y la crisis sociosanitaria estaba provocando, además de programar actuaciones que garantizasen una reactivación eficiente de la actividad económica. Junto a la ciudadanía, los empresarios y trabajadores de los distintos sectores económicos, estábamos consiguiendo salir adelante.

El balance del conjunto del verano ha sido mejor de lo que esperábamos, las previsiones nos llevaban a la catástrofe y, el empeño y la capacidad, la experiencia y la madurez del sector turístico en Peñíscola nos ha permitido aventajar a muchos otros destinos competidores en términos de actividad y rentabilidad.

A pesar de ello, ha sido una temporada atípica e insuficiente. Debemos seguir concienciados en la necesidad de articular políticas que favorezcan y faciliten la conciliación entre el desarrollo de la actividad económica y la preservación de la salud y la seguridad de nuestras vecinas y vecinos. Debemos trabajar juntos en ello.

Sin embargo, a pesar de que nos encontramos en los últimos coletazos del verano y una temporada peculiar, vemos cómo las cifras de contagios están creciendo.

Localidades vecinas con positivos disparados nos hacen visualizar un otoño complicado, a pesar de haber mantenido cifras razonablemente positivas a lo largo del periodo de mayor exposición a visitantes procedentes de otros puntos de nuestra geografía.

Debemos encontrar dónde se está fallando. ¿Por qué en las escuelas cada vez encontramos más afectados por covid-19? ¿Por qué no se toman todas las medidas lógicas de prevención? Porque tengo la sensación de que los responsables autonómicos de Educación y Sanidad tratan de escurrir el bulto para que el otro asuma la responsabilidad de la negatividad de las cifras. Deben ponerse a trabajar conjuntamente para que el esfuerzo que hemos hecho no se vaya al traste. Deben ofrecer soluciones que atajen la escalada de contagios y, sobre todo, deben coordinarse para hacerlo juntos. Es la única forma de seguir. H

*Alcalde de Peñíscola