En el Ayuntamiento de Vall d’Alba, al igual que en otros muchos municipios de España, las banderas ondean a media asta. Es un símbolo del dolor que padece todo un país abatido por el covid-19, una crisis cuya gestión deberá ser objeto, cuando hayamos superado esta dramática situación y por la dignidad de los españoles, de un profundo ejercicio de crítica para averiguar por qué España se ha convertido en el tercer país más azotado por la pandemia.

Las cifras son catastróficas. Y se repiten día a día. Todos los días crece el número de contagiados y todos los días aumenta el número de personas que mueren solas, sin ni tan siquiera poder despedirse de sus seres queridos.

Sin embargo, entre tanto dolor, siempre hay una pequeña luz para la esperanza que, desde luego no llega desde el Gobierno de Sánchez e Iglesias. Son los ciudadanos los que se han convertido en el mejor ejemplo de la grandeza y de la fortaleza de nuestro país. Hombres y mujeres que aportan su granito de arena para que toda esta pesadilla pase lo más rápido posible o, por lo menos, para mitigar el sufrimiento de los demás. Una situación inhumana.

Nadie está solo y emociona comprobar que hay personas que se preocupan por sus vecinos y que se interesan por saber qué necesitan para su bienestar. Y los muchos voluntarios que se dedican a preparar y a llevar comida a las personas que no pueden salir de casa, que cosen sin descanso mascarillas o que, simplemente, de balcón a balcón, intentan entretener a los demás con aplausos.

Los españoles de a pie, los que hasta ahora no tenían más responsabilidad que sacar adelante a su familia, han demostrado estar por encima de las circunstancias y, sacando fuerza de flaqueza, se han convertido en un ejemplo de solidaridad. Ahí tenemos a los profesionales sanitarios que se dejan la piel para cuidar de todos nosotros. Por no hablar de los cuerpos de seguridad del Estado.

A todos ellos, héroes anónimos en la resistencia contra la desgracia y el despropósito, gracias. Y de paso, por qué no, también quiero dar las gracias al señor Amancio Ortega. Y como él hay otros muchos empresarios, grandes y pequeños, que están dando un nuevo sentido a la palabra solidaridad. Y en esta misma provincia tenemos una larga lista… Ahora solo me queda desear ánimo y fuerza para todos. #TodoIráBien.

*Alcaldesa de Vall d’Alba y diputada provincial