La hiperpaternidad se definiría como un fenómeno de crianza caracterizado por una atención excesiva a los hijos. Tendría que ver con la idea de que los progenitores piensan que para ser mejores padres se tiene que estar pendiente de los hijos de una manera exagerada y casi obsesiva, resolviendo sus problemas y haciendo las tareas en su lugar. Así, los padres no sólo ejercen de padres, sino que también son chóferes, entrenadores, guardaespaldas, secretarios, profesores particulares, cocineros a la carta, asistentes, mayordomos, etc. Por lo tanto, se carga con sus mochilas hasta la puerta del colegio, se hacen sus deberes, se leen sus libros, se pintan las ilustraciones, se realizan las manualidades y hasta se les ata el cordón de los zapatos, no vaya a ser que se cansen.

En definitiva, nos encontramos con padres estresados, que acaban criando hijos aburguesados que crecen incapacitados por el exceso de protección, lo que les conduce a ser incapaces de hacer nada por sí solos, de valerse por ellos mismos, de tomar decisiones e incluso, incapaces de tolerar la mínima frustración. Al estar tan encima de ellos, se les contagia los miedos, y al tomar sus decisiones se les roba la capacidad para convertirse en seres independientes y autónomos. Y es que está demostrado que un niño excesivamente mimado, en el futuro, será un adulto débil, de ahí el nombre de generación blandita. La aparición de esta generación hace referencia al grupo de niños inseguros, dependientes, carentes de iniciativa, miedosos y con una escasa capacidad de afrontamiento. Y todo como fruto de unos padres que en su intento de evitarles sufrimiento han impedido el desarrollo de habilidades importantes, generándoles baja autoestima y un concepto de sí mismos muy deficiente.

*Psicólogo clínico

(www.carloshidalgo.es)