Nadie sabe cómo será el siguiente acto, pero con la promulgación de la ley de seguridad nacional ha caído el telón del annus horribilis y los hongkoneses miran con una mezcla de incertidumbre, esperanza y miedo hacia el futuro. Decenas de líderes prodemocracia han hecho las maletas y buscan allende los mares la libertad que no encontraron en su tierra natal. Muchos de los que les siguieron, la mayoría jóvenes, se han quedado en la Región Administrativa Especial (RAE) y se verán obligados a replantearse qué hacer con su vida tras haberla empeñado en la escalada continuada de protestas iniciada en junio de 2019 con el rechazo a la ya retirada ley de extradición. Para muchos otros, cuya economía ha tocado fondo por un año de manifestaciones y confinamiento antivírico, la situación es tan dramática que la nueva ley, por odiosa que sea, representa una salida hacia una cierta normalidad que permita la restauración del orden y la reconstrucción de la economía.

Incluida en la ley básica (la Constitución de la RAE), la ley de seguridad nacional criminaliza los actos de sedición, secesión, traición y terrorismo, así como la injerencia extranjera, que pueden ser castigados hasta con cadena perpetua. Casi todos los países la tienen y contempla esos delitos, pero los activistas hongkoneses y Occidente temen que el Partido Comunista Chino (PCCh) busque acabar con la disidencia, ya que la polémica ley permite la apertura en Hong Kong de una agencia de la policía secreta china, que tendrá jurisdicción en un reducido número de delitos relacionados con la seguridad nacional. En esas causas, la jefa del Gobierno de la RAE podrá nombrar a los jueces, algo que correspondía al poder judicial.

Tramitada con secretismo absoluto, la legislación entró en vigor cuando faltaba una hora para que se cumpliera el 23º aniversario del arranque de la fórmula Un país, dos sistemas, el acuerdo alcanzado entre el Reino Unido y China para que Pekín recuperase la soberanía sobre la isla concedida tras la derrota en la infame guerra del opio (1839-1842). Londres, que en los 155 años que gobernó la colonia jamás permitió la democratización de sus instituciones, ha criticado a China por lo que considera una violación de los acuerdos y se ha comprometido a ayudar a asentarse en el Reino Unido a los 350.000 hongkoneses que tienen pasaporte británico de ultramar.

*Periodista