Es en los momentos de dificultades, y cuando vienen mal dadas, el instante en el que se debe visualizar el peso, la altura y la capacidad de un Gobierno. En los momentos boyantes y tranquilos la gobernanza puede resultar más amable, las respuestas más laxas, todo el devenir político tiene una acción más lenta, acompasada por las comodidades de los ciclos. Sin embrago, en los tiempos de crisis es cuando se mide la verdadera esencia del político, aquello que se conoce como el liderazgo en la toma de decisiones.

Lo cierto es que la pandemia del covid-19 nos está dejando huérfanos de respuestas y huérfanos de líderes. A nivel de España, la crisis ha dejado al descubierto que únicamente con gestos mediáticos no se puede gobernar. Que ocultar los fallecidos no entierra la profundidad de la crisis ni oculta la falta de verdad. Somos un gran país, pero estamos en manos de quienes solo la propaganda saben ofrecer a los españoles. El confinamiento ha pretendido generar un ideario mental en la gente, nada era previsible, el enemigo es invisible, pero la realidad es que hay familias rotas, y profesionales saturados que no entienden de perdones ni consuelos. Hoy hablamos de PCR, pruebas serológicas, test… con un cierto hábito, cuando hace unos meses, en la dureza de la pandemia, esos términos estaban reservados a unos cuantos, a elites silenciosas porque nos decían que no era determinante ni absolutamente concluyente. Lo mismo que las mascarillas, de no ser necesarias ni convenientes a ser obligatorias y con el IVA más alto. Demasiadas mentiras para una crisis tan profunda en lo social, en lo económico… y en la verdad.

En la Comunitat, el buenismo con el que se presenta, un día sí y otro también, el president Puig choca con la crudeza de la realidad. Escasos medios a los profesionales sanitarios, baja realización de tests y pruebas, matrículas de honor en proyectos de desescalada suspendidos por el Gobierno de España, anuncios, anuncios, anuncios y muy pocas realidades.

El covid ha dejado al descubierto a un President Puig que ha recortado 70 millones en construcción de colegios, solo en el mes de mayo. Un President Puig que ha recortado en política industrial 26 millones en el mes de abril, cinco millones en vivienda en el mes de mayo, 23 millones en polígonos industriales, dos millones a las personas más vulnerables en políticas de apoyo, y un largo etcétera que se acerca a los 200 millones de recortes en lo que va de año, en lo peor de la crisis.

Sin embargo, el DOGV es testigo mudo de nombramientos de cargos, asesores y un sinfín de séquito de hasta 330 privilegiados para los que la crisis es solo una palabra, ya que la Administración en lugar de adelgazar en su estructura política no hace más que engordar. Después nos contarán aquello de que estamos mal financiados, de que los recursos son limitados, pero cuando hablamos de asesores y cargos el diario oficial es la prueba de que Puig tiene dinero, según para qué y para quién.

Mientras, nos seguirá dando recetas filosóficas, buscará culpables externos, pero la realidad dicta que el paro aumenta, las empresas cierran, la vida es cada vez mas costosa y no hay una sola medida que en cuatro meses haya decidido tomar, porque su liderazgo reside en que las decisiones deben ser pocas, y a ser posible que las tomen otros.

A la hora de la verdad, huérfanos de Gobierno en España y huérfanos de Consell en la Comunitat. Eso sí, los 330 altos cargos y asesores no están huérfanos, son familia numerosa y para ellos la crisis es una palabra que empieza por c y acaba por s, pero ni el sueldo se lo han tocado, ni el cargo ha peligrado. El paro ha llamado a otras puertas, a otras muchas puertas, pero no a la suya.

*Diputado del PP en Les Corts