Hace ya 310 años que la batalla de Almansa supuso la abolición de los Fueros del Reino de Valencia tras la derrota de las tropas del Archiduque Carlos a manos del ejército de Felipe de Anjou. Castellonenses, alicantinos y valencianos recuperamos siglos después el autogobierno, las libertades civiles y con orgullo --cada 25 de abril-- celebramos nuestra autonomía.

Conmemoramos que somos una potencia comercial en el Mediterráneo, un enclave turístico mundial, una región innovadora, exportadora, avanzada en técnicas agrícolas, en producción industrial y nuevas tecnologías. La esencia de las gentes que habitan las tres provincias es acogedora, abierta y firme también en sus convicciones y en la defensa de sus intereses.

El papel de Les Corts Valencianes en esta efeméride que recién celebramos --premiando a ciudadanos que han cimentado su actividad vital en la construcción del autogobierno-- siempre fue iluminar la recuperación de nuestra identidad. El presidente de la Cámara debe encarnar esos valores pero vemos con tristeza que esta tradición se esfuma por la mezquindad del nacionalismo.

La identidad de la Comunitat y el acervo cultural de sus ciudadanos han servido como excusa para buscar la división, una vez más, de los representantes del pueblo. Enric Morera ha convertido esta fecha en un foco de conflicto cuando realmente a su formación nacionalista, Compromís, jamás le interesó más allá de la política. En la celebración de hace tres años, solo Morera --que ejercía como portavoz en la oposición-- acudió al acto y los otros cinco diputados autonómicos de su partido ignoraron la cita. Mónica Oltra también reclamó esta jornada, nada más llegar al poder, como un «segundo día para reclamar el País Valencià».

No se debe jugar con la identidad de un pueblo ni se deben pervertir sus símbolos y tradiciones. Este año la excusa han sido los Presupuestos Generales del Estado y para mejorarlos, cuestión que apoyamos, debemos enmendarlos donde toca, en el Congreso de los Diputados. De igual forma que en Les Corts Valencianes debatimos para mejorar los autonómicos que, dicho sea de paso, son ficticios, tienen un grado ínfimo de ejecución y no presentan iniciativas útiles para mejorar la vida de las personas.

Dejemos pues el 25 de abril en el lugar que le corresponde en la historia y ensalcemos las mejoras logradas como pueblo y los retos futuros. La política, en ese y otros días señalados, debe aparcarse para dar brillo a las instituciones y los sentimientos.

*Presidenta del Partido Popular de la Comunitat Valenciana