La Magdalena ha sido de nuevo un tiempo para vivir Castelló con toda la intensidad posible. En estos nueve días de celebración colectiva que mañana concluiremos hemos tenido oportunidad de disfrutar lo mejor de la ciudad, su generosidad y sus brazos abiertos para recibir a miles de visitantes que han disfrutado con nosotras y con nosotros unos momentos de alegría común y compartida. En esta semana grande hemos rememorado la relevancia de nuestro pasado, al mismo tiempo que proyectábamos la idea de evolución y futuro del Castelló que queremos ser. Porque de eso se trata, de reforzar nuestro compromiso con la historia que nos ha hecho fuertes y aprovechar el viento de la identidad para crecer y desarrollarnos como comunidad.

Castelló tiene un futuro de esplendor que debemos esforzarnos en alcanzar. La ciudadanía tendrá en su mano esa responsabilidad en unas cuantas semanas, cuando acuda a las urnas para expresar sus preferencias sobre quiénes han de gobernar y hacer que esta ciudad grande sea la gran ciudad que anhelamos ser. Vivimos tiempos convulsos en los que el foco no se sitúa sobre lo realmente importante, sino sobre las excentricidades de la peor política, la que solo busca el ruido y la crispación social. Por eso, la Magdalena se presenta como un espacio integrador, en el que somos capital y ejercemos la solidaridad con los pueblos y ciudades de la provincia. Las fiestas son un elemento que nos impulsa al futuro. En estos últimos cuatro años, desde la Alcaldía y el gobierno municipal hemos tratado de dignificar la fiesta y vincularla a la regeneración de la reputación ciudadana. Hemos trabajado para que Castelló se conozca en el mundo por lo mucho y bueno que tenemos, por el talento, el emprendedurismo, la inteligencia y la creatividad ciudadana. Somos una tierra de un potencial extraordinario y sólo necesitamos creernos que somos capaces de progresar, que tenemos en nuestra mano la capacidad de avanzar por este complejo siglo XXI.

La Magdalena es también una ocasión especial para la concordia. La controversia política se aparca y buscamos lo que nos une, que es mucho más fuerte que lo que nos separa. Deberíamos tener siempre claro que cuando remamos en la misma dirección podemos conseguir más que si vamos por libre, defendiendo intereses particulares que no suman, sino que restan y dividen la sociedad. La unión da fuerza y nos permite afrontar los retos y desafíos de la globalización con más perspectivas de éxito. Juntos ganamos. Juntas ganamos.

Las fiestas cerrarán esta emblemática 75 edición con una satisfacción generalizada. Solo la barbarie de los episodios de violencia contra mujeres nos ha causado un profunda consternación y pena, y han amargado la sensación de felicidad general que pretendíamos. Actos tan indignos como estos nos hacen una sociedad peor. Las mujeres queremos dejar de ser víctimas, queremos ser respetadas como personas y como ciudadanas de pleno derecho. Pedimos respeto para poder ejercer la libertad, para ser libres. Pero también en el rechazo a la violencia bárbara y sin sentido demostramos que tenemos identidad. Y futuro.

*Alcaldesa de Castelló