CARTA AL DIRECTOR

La vida del Rey está condicionada por la representación libremente aceptada y a tiempo completo de su nación, por lo que conseguir contratos para empresas nacionales estaba entre sus obligaciones. El juicio del hombre de a pie se ve muy influenciado por la empatía hacia quien, aun fallándole con sus actos sabe ganarle con su corazón, y este es el caso; durante años ha sabido ganarnos con su carácter a sabiendas de que no era completamente merecedor de él, lo cual induce a pensar que anteponía sus dudosas inversiones y caras diversiones a nuestra sincera y barata admiración. Supongo que este es un caso claro para la justicia profesional que, libre de pasión y presión, será la única capaz de dilucidar si es aún merecedor del cariño que muchos le seguimos profesando a pesar de los pesares, si se lo seguiremos profesando pero ya sin ser merecedor de él, o ya no lo tendrá y deberá acudir a otro país a negociarlo y comprarlo.

Luis Cabaneiro