El próximo día 23 se celebra el Día del libro, conmemorando la fecha en que fallecieron Cervantes y Shakespeare. A pesar del conocido beneficio de la lectura sobre nuestro cerebro, lo cierto es que es un hábito que cada vez se practica menos. La lectura es más exigente neurobiológicamente hablando que procesar las imágenes o el habla, pues para poder leer se requiere de un circuito neuronal específico más desafiante, siendo el acto cognitivo más complejo del que es capaz el cerebro humano. Leer es una actividad de gran importancia para todo el mundo, ya que es un proceso que potencia la autoconciencia, la capacidad de crítica y la deliberación. En la actualidad se lee mucho, pero mal, atropelladamente y en pantalla. Los expertos advierten que este tipo de lectura dificulta la capacidad para comprender y profundizar en el contenido de lo leído. Esta lectura superficial, que gana en velocidad pero pierde en capacidad de comprensión, es lo que se conoce como impaciencia cognitiva. Se trata de un trastorno, con viso de convertirse en epidemia, que afecta sobre todo a la generación Y (millennial generation), es decir, las nuevas generaciones de nativos digitales. Se cree que los nuevos formatos de lectura imponen una manera de leer a saltos, echando vistazos rápidos, que limitan la capacidad de una lectura profunda. Esta dificultad para mantener la atención en una sola tarea, al ser víctimas de la impaciencia, no solo complica la comprensión de las reflexiones más profundas, sino que obstaculiza la retención en la memoria incluso de las ideas más simples. Conviene tener presente que el hábito de la lectura es un factor protector del deterioro cognitivo, mejorando la memoria y mostrándose como una medida fiable para preservar el funcionamiento ejecutivo y cognitivo en el envejecimiento.

*Psicólogo clínico

(www.carloshidalgo.es)