Querido/a lector/a, en la vida y también en el marco de la democracia política y partidista, el diálogo y el saber ponerse de acuerdo tiene una importancia sublime.

Aunque claro, con esta opinión no digo que la democracia sea un régimen de acuerdos. Más bien al contrario, dicen los clásicos que nació para convivir en condiciones de desacuerdo. Ni tampoco digo que cualquier acuerdo sea válido. A veces, mantener el desacuerdo es mejor que algún compromiso y, en alguna ocasión, ser leal a los propios argumentos es virtud. Pero, así y todo, reafirmo que la política democrática partidista reclama acuerdos y flexibilidad porque existen hechos graves o que afectan al marco de convivencia que solo progresan desde el acuerdo. En última instancia porque los costes del desacuerdo pueden ser elevados.

¿Que por qué les cuento esto? Porque tenemos una derecha, el PP y Ciudadanos, que desde la demagogia y el electoralismo usan la inmigración y el terrorismo, materias que reclaman acuerdos de Estado porque pueden desequilibrar valores esenciales de convivencia democrática, para la confrontación e intentar ganar votos. Y eso que a Casado y a Rivera, tanto Merkel como Macron, los que ellos dicen que son sus homólogos, en referencia a la inmigración les han dicho que hay que construir la UE desde el respeto a la ley y a las fronteras pero con humanitarismo y solidaridad. Y en cuanto a los presos de la ETA, cuestión que también reclama compromiso, las asociaciones de víctimas les han recordado que están de acuerdo con el acercamiento de los presos a Euskadi y las mejoras de las condiciones porque es algo que ya hacia el PP y responde al cumplimiento de la ley. ¿Qué pasa? Que la derecha no se renueva y se ha instalado en el discurso del miedo, de la inseguridad y la intolerancia y busca votos en los mismos espacios y caladeros donde come la extrema derecha europea.

*Analista político