Este es el grito de guerra de los independentistas catalanes que últimamente y por desgracia para los que creemos en este país llamado España, se oye más de lo que nos gustaría. Pero lo que ayer descubrimos es que el grito se corea mas cerca de lo que nos pensamos.

Que el Partido Socialista coquetea con el independentismo según le interesa no es nuevo. Que guiña el ojo al radicalismo cuando le conviene tampoco. Por eso no nos sorprende que, en el momento de máxima agresividad de la ofensiva soberanista, el Partido Socialista ceda a Esquerra Republicana de Catalunya, sus escaños para formar grupo parlamentario.

No es mal favor el que, con este gesto, los socialistas le hacen al partido antiespañolista. No es mal favor porque de esta manera, ERC podrá ampliar su voz y consolidar su fuerza política en un parlamento español en el que no creen, en un país al que atacan y en unas instituciones contra las que mantienen un pulso al margen de la ley y de los intereses de los españoles. Ya comienzan a salir desde las propias filas socialistas voces contrarias a este grave error de estrategia y, lo que es peor, de valores y principios de un partido que dice una cosa en Guadalajara y la contraria en Tarragona.

Y para rizar el rizo, uno de los dos parlamentarios cedidos por los socialistas al partido independentista es, ni más ni menos, que el exportavoz socialista de la ciudad de Castellón, Pep Lluís Grau, quien fue mano derecha de la alcaldesa, una alcaldesa que tiene el dudoso mérito de serlo con los votos de Compromís y Podemos tras haber obtenido el peor resultado electoral de la historia socialista, igual que su jefe de filas, Pedro Sanchez, haciendo puntos con este pacto para poder ser presidente a cualquier precio.

Es especialmente grave que el exportavoz de Castellón sea uno de los “sacrificados” en aras de una aritmética política socialista que busca con pactos envenenados lo que las urnas no les han dado. Y digo que es especialmente grave porque, mientras desde el Partido Popular siempre hemos defendido una unión sin fronteras con nuestros vecinos catalanes, y la voz unánime contra el separatismo, los socialistas apuestan ahora por levantar una frontera entre Alcanar y Vinaròs.

La duda que se nos genera es qué intereses va a defender el señor Grau en el Senado, si los de la provincia por la que se presentaba, o los de los catalanes que quieren la independencia de España.

Quizá es que algunos de los que se sientan en la bancada de enfrente en los plenos del Ayuntamiento (como lo hizo el señor Grau) en la intimidad también cantan: In-inde-independencia. H

*Portavoz del PP en Castellón