El presidente de EEUU recibirá del Congreso su mejor regalo de Navidad: la mayoría republicana en las dos cámaras del Congreso tiene previsto aprobar definitivamente hoy la reforma fiscal de Donald Trump, que implica la mayor bajada de impuestos para grandes fortunas y multinacionales de los últimos 30 años. Tras la humillación que significó para el magnate no poder desactivar el sistema sanitario de Obama (el Obamacare), sacar adelante el nuevo plan impositivo se había convertido para él en una apuesta política decisiva.

Inspirada en los principios neoliberales básicos que aplicó en su día Ronald Reagan para salir de la gran recesión de los 80, la reforma que el Partido Republicano apoya servirá para agrandar la brecha de la desigualdad económica en EEUU, que se encuentra a unos niveles semejantes a los que existieron en los años 20 del siglo pasado, poco antes del estallido de la Gran Depresión. Con el nuevo sistema, el 10% de las rentas más bajas recibirán en el 2019 una rebaja fiscal de 50 dólares, mientras que el 1% más rico del país verá cómo sus impuestos se reducen en 34.000 dólares. Con su aprobación, Trump cumplirá una de sus promesas estrella y contentará sobre todo a las élites que le ayudaron en la carrera a la Casa Blanca. La factura de la reforma, que implicará un recorte millonario en los presupuestos públicos, recaerá sobre los planes de ayuda a las capas sociales más vulnerables. La receta del neoliberalismo es tan vieja como injusta.