Mañana se celebrarán las X Jornadas Empresariales PortCastelló-Mediterráneo, que llevan por título La innovación y digitalización, claves del liderazgo portuario. Permítanme unas reflexiones al respecto.

Asistimos a cambios acelerados que transforman la sociedad y nuestra vida. Cambian la forma de producir, de organizarse, de comprar, de viajar, de relacionarnos entre nosotros (con redes sociales y teléfonos móviles), incluso la forma de aprender. No es una época de cambios, es un cambio de época.

Lo vivimos con la primera y la segunda revolución industrial que con sus cambios generaron convulsiones sociales pero dieron a luz nuestra sociedad moderna con clase media y estado del bienestar. Estas revoluciones tenían como materia prima el carbón y el petróleo y como medio de transmisión de sus cambios el motor de vapor, el de combustión interna o la electricidad.

La revolución silenciosa que estamos viviendo tiene como materia prima el conocimiento que se está generando a una velocidad nunca vista en la historia. Este conocimiento se transmite por las tecnologías de la información y comunicaciones de forma que puede ser accesible inmediatamente por millones de personas. El conocimiento, como materia prima, tiene características muy diferentes al carbón o al petróleo.

Por una parte, mientras que hay países ricos en esos combustibles fósiles y otros los tienen que importar, el conocimiento se puede generar en cualquier lugar del mundo si se dan las condiciones propicias para ello (tener personal preparado y generar la cultura adecuada). Por otra parte, cuanto más carbón y petróleo se use, menos queda; sin embargo cuanto más se usa el conocimiento y más se comparte, más crece.

El conocimiento se genera por dos vías: mediante investigación, mayoritariamente en universidades, con personal muy especializado y cuantiosos presupuestos para ampliar las fronteras del conocimiento, y mediante innovación, mayoritariamente en empresas, utilizando conocimiento ya existente para generar nuevos productos, servicios, o procedimientos. La innovación produce cambios que generan ventajas competitivas y puede hacerla cualquier persona. Ambas vías son necesarias para avanzar como sociedad pero la innovación es la que está impulsando mayoritariamente la vorágine de cambios que estamos viviendo. Por esa razón tengo el convencimiento de que los países con mayor capacidad innovadora, que dominen esa materia prima de los cambios, son los que saldrán reforzados en esta nueva era. Ellos serán los que retendrán mayor número de puestos de trabajo y mejor cualificados, con mejores salarios, y por tanto los que contarán con más recursos para el estado del bienestar.

La importancia de la innovación queda clara si analizamos la evolución del ranking de las diez compañías con mayor valor en bolsa. En 2006, seis de ellas eran energéticas, tres eran bancos y la otra era Microsoft. En 2019 solo hay una de esas diez que continúe entre las más grandes: Microsoft, que ha ascendido de la cuarta a la segunda posición. No queda ni una de las energéticas, ni de los bancos. Sin embargo entre las diez hay siete compañías netamente innovadoras: Amazon, Microsoft, Alfabet (Google), Apple, Facebook, Tencent y Alibaba. Esto indica claramente que lo más importante en el futuro próximo es la capacidad innovadora. Las energéticas y bancos siempre serán necesarias, pero ya no son lo más importante para avanzar.

En este sentido tengo que darles una mala noticia: España es el país número 28 según el Global Innovation Index. Estamos muy por debajo del lugar que nos corresponde por el volumen de nuestra economía y eso no augura nada bueno para nuestro futuro. La buena noticia es que en investigación de calidad nuestro país está el número 11, ligeramente por encima de lo que nos corresponde y de forma muy meritoria si tenemos en cuenta que este país dedica a investigación la mitad del porcentaje de PIB que la media europea. ¿Cómo es posible que seamos buenos para generar conocimiento del más difícil y caigamos dramáticamente en el ranking de la innovación que requiere de menos presupuesto y menos cualificación?

Hay otra buena noticia: Castellón, como territorio innovador, está por encima de la media española. No existe ranking territorializado para conocer en qué posición estamos, pero hay indicadores claros que lo aseguran: el sector cerámico es una industria que innova permanentemente en todos los ámbitos y tenemos tres municipios reconocidos por el Ministerio de Ciencia, Innovación y Universidades, como ciudades de la ciencia y la innovación: Castelló de la Plana, Vila-real y Onda. Además contamos con el Centro Europeo de Empresas Innovadoras, el instituto tecnológico AICE, la UJI cuenta con su parque científico, Espaitec, e importantes Institutos Universitarios, y tenemos un floreciente tejido de empresas de tecnología.

Contamos con personal preparado y con un tejido de entidades que pueden instalar en nuestro territorio, en todos los ámbitos, una rica mina de ese oro negro de la nueva época que es el conocimiento en su doble vertiente: investigación e innovación.

Con el impulso de la reciente Agencia Valenciana de Innovación tenemos que conjurarnos en conseguirlo y la comunidad portuaria castellonense quiere estar en la vanguardia de la innovación y digitalización en el sector logístico porque ambas cuestiones son los pilares de la competitividad futura.

*Presidente de la Autoridad Portuaria de Castelló