El próximo sábado se celebra en el Palau de la Festa la tradicional Galanía en homenaje a la reina de la Magdalena, constituyendo la gran antesala para las fiestas mayores de Castellón que comenzarán el día 18 y, el domingo, celebraremos el día grande asistiendo a la romería de la cañas, un referente de tradición y homenaje a nuestro pasado.

Una romería que tiene una contrastada normativa religiosa que el actual equipo de gobierno ya se dio, el pasado año, prisa en incumplir con el fin de cambiar una peregrinación penitencial en su origen, hace 700 años y de acción de gracias por la fundación de la ciudad, hace 300, en un cortejo laico. ¿Qué importa que los pergaminos y documentos municipales señalen bien a las claras el carácter de esta singular celebración? La cuestión es no poner los pies en la iglesia, por mantener una actitud de engreída fanfarronería laicista, llevando a cabo un desplante no solo al clero, sino a la historia y a la tradición más respetada y establecida de nuestro pueblo. Ahora bien, los castellonenses no lo perdonaron y las pitadas se oyeron hasta en Tegucigalpa.

PSOE, Compromís y Podemos piensan que si entran en la iglesia van a perder votos y van a ser desacreditados por sus correligionarios. No se trata solo (que también) de mantener la cerril postura anticlerical, en una demostración absoluta de intolerancia hacia una confesión religiosa, que curiosamente ha vertebrado la romería a lo largo de toda su historia, se trata de demostrar su orgullo altanero y su prepotencia dominadora en el gobierno, imponiendo su criterio de carácter personalista y sectario a todo Castellón, a un Castellón que a lo largo de 700 años ha vivido la romería magdalenera de acuerdo a su carácter histórico.

Pero lo más sorprendente de todo esto es que esa animadversión a la iglesia que demostraron el día grande de la Magdalena, el ataque a los profesores de religión, la supresión de unidades concertadas religiosas… choca con las actitudes de políticos de izquierdas, que cuando les interesa, no tienen inconveniente en vender sus principios al mejor postor, como lo evidencian las lágrimas de la señora Oltra en la ofrenda de flores a la Virgen de los Desamparados, el llevar una cruz al cuello en su comparecencia en 13 TV, o el suntuoso atavío de castellonera labradora de la alcaldesa Amparo Marco, con mantilla inclusive, para ofrendar las flores a la Lledonera como hizo el año pasado entrando, con todo esplendor, en la basílica de la patrona. La verdad es que cabría preguntarse: ¿En cuál de las dos posturas está el teatro?

Ya lo decía Groucho Marx «estos son mis principios. Si no le gustan… tengo otros» Bonita frase que retrata a estos tripartitos a las mil maravillas. Pero hay una palabra que también les va muy bien: incoherencia. Y esa falta de coherencia entre los pensamientos y las acciones está arruinando su credibilidad. Ellos verán, pero no se puede nadar y lavar la ropa al mismo tiempo, les pasará factura. Hacen el ridículo.

*Diputada autonómica del PP