La ausencia de una izquierda centrada, razonable, capaz de alcanzar acuerdos, le resulta muy caro a nuestro país. Lo hemos visto con la negociación presupuestaria, o la democratización de la estiba, con la negativa a esta última, España puede perder 24.400.000 por una condena europea a una ley del propio PSOE.

Que todo el arco parlamentario de la izquierda se podemice es una mala noticia. Si a Podemos, Compromís, ERC o Bildu le sumas un PSOE entonando la Internacional y con el puño cada vez más cerrado, las reformas que España necesita se frenan y la creación de empleo y el bienestar también.

No soy de izquierdas, es más, lucho contra la pobreza que generan sus políticas, sin embargo como demócrata entiendo indispensable la alternancia, y parece lo razonable que a un gobierno popular de centro-derecha la alternativa esté en la izquierda. El problema nace cuando la izquierda no es capaz de gobernar por ella misma y se instala en el perpetuo «no es no» que nos inmoviliza y debilita como país.

Si aterrizamos esta dificultad nacional en la provincia de Castellón el problema se agudiza. A nuestra tierra los gobiernos de izquierda le han sentado mal, en términos de empleo y riqueza, como al resto de España, pero singularmente nosotros hemos padecido especialmente.

No hay una sola obra de entidad en la provincia de Castellón que lleve sello socialista. Todos los kilómetros de autovía, ayer el Euromed y hoy el AVE, el aeropuerto, la totalidad de Universidad Jaime l, el Hospital de La Plana en Vila-real o la ampliación del Provincial, en democracia las grandes obras en la provincia han sido realizadas por gobiernos populares.

Además las presupuestadas en la actualidad como el Corredor Mediterráneo hacia Tarragona, el inicio de las obras de la N-232 en el Puerto de Querol, los accesos al puerto o la vía férrea Sagunto-Segorbe-Teruel, contrastan llamativamente con el almacén Castor y las dos desaladoras como únicas actuaciones de la última etapa socialista.

Si a esta situación histórica de desatención de la izquierda con Castellón, ahora añadimos, que el socialismo valenciano, con escaso peso en su dirección nacional, estará reñido con el liderazgo de Pedro Sánchez, las cosas empeoran notablemente.

Por ello habrá que esperar pacientemente a una izquierda, que, además de ser sensible con Castellón, se avenga a alcanzar los acuerdos que deben hacer funcionar un país en el que las mayorías absolutas serán la excepción.

*Diputado en el Congreso del PP