En Peñíscola lo sabemos muy bien. Podríamos hacer un recuento económico pero nos faltarían ceros, y es que la hipoteca que alcaldes de izquierdas nos han legado, hoy es avergonzante y sonrojante. Trece millones de euros (nuestro presupuesto anual) gracias a su forma de gobernar bajo la premisa “porque yo lo digo, porque yo lo valgo”. Sentencias urbanísticas que no hay por dónde cogerlas, irregularidades insólitas, pero los políticos de la izquierda ahora tienen el cinismo de seguir alineándose en contra de los intereses de su ciudad esperando ser vitoreados.

Hace unos años el PSOE en el Gobierno nos obligó a pagar por los terrenos del Centro de Estudios. Hoy tenemos que ver que la Generalitat pretende cobrarnos por cuestiones que nunca antes el pueblo de Peñíscola había pagado. Y lo increíble es que los grupos de izquierdas de la localidad, lejos de alinearse con los intereses de los peñiscolanos, se vuelven a envolver con su bandera de partido para poder escalar. Que el PSOE mienta sobre multas y se alinee una vez más con su jefe, Ximo Puig, demuestra que Peñíscola no es más que un trampolín para su portavoz.

Pensar que la agrupación de Podemos, desestructurada y desmembrada, hubiese gobernado con este PSOE en la localidad me lleva a la conclusión que, de nuevo, la izquierda nos hubiese vuelto a salir demasiado cara. H

*Alcalde de Peñíscola