La vida está llena de pequeños placeres que nos la hacen más llevadera. La vuelta del fútbol ha servido para que dejemos de ser expertos políticos y epidemiólogos y ahora seamos maestros del VAR, de los horarios de los partidos o analistas de las declaraciones de Piqué. Yo he echado de menos la temporada tenística. Esas horas en las que nos habíamos acostumbrado a ver a Nadal ganar y ganar en tierra batida o disfrutar de la cámara superlenta que parece que esté inventada para ver la plasticidad del revés a una mano de Federer. Lo que más me gusta del tenis es la lucha interna de cada tenista dentro de un mismo partido, cómo resiste y pelea no tanto con su adversario sino consigo mismo porque la cabeza es igual o más importante que el talento o el físico. Dijo en su día André Agassi que «el tenis usa el lenguaje de la vida: ventaja, servicio, fallo, ruptura... cada partido es una vida en miniatura».

Parece que haya pasado un mundo desde que la maldita covid-19 nos llevara a un modo de vida casi asocial. No podemos olvidar que el virus todavía está entre nosotros pero para los graueros hay un hecho que nos lo ha recordado durante este mes. Y es que este año, junio es diferente en el Grau. Lo es porque no podemos disfrutar de nuestras Fiestas de Sant Pere. Recordaremos con nostalgia las imágenes que estos días las redes sociales nos regalan e incluso disfrutaremos con familiares y amigos de algún almuerzo de esos tan característicos de nuestras fiestas, eso sí, con responsabilidad. Sabemos que el virus no está acabado y que esto imposibilita hacer bous al carrer, ni orquestas ni otros actos multitudinarios como la torrà de la sardina o el día de las paellas. Este año no podremos ver los desfiles de las entradas del toro donde la calle Canalejas se convierte en una especie de Carnaval cada tarde ni nos reencontraremos con vecinos que solo nos reencontramos en fiestas. Y nos quedamos sin Sant Pere porque el partido no está ganado y aunque esta nueva normalidad nos haga creer que hemos vuelto a la vida anterior, no es así. Hemos ganado un set, con mucho esfuerzo y después de casi cien días, pero no hemos ganado el partido porque todavía no hay vacuna.

SÉ QUE HAY quien, cegado por esta nueva normalidad, pone en duda la no realización de las fiestas. Que entendió en su momento la suspensión pero ahora viendo terrazas y calles no lo acaba de ver. Unas fiestas sin todos sus actos, no serían las que deseamos. Y, no nos dejemos engañar por las apariencias. Para muestra un botón tenístico. El tenista serbio Djokovic organizó un torneo las últimas semanas donde no se respetaron mucho las medidas de seguridad ni la distancia social con la presencia en las gradas de 4.000 personas, la mayoría de ellas sin mascarillas. ¿Saben el resultado? Djokovic ha dado positivo, y antes que él habían dado positivo los tenistas Grigor Dimitrov, Borna Coric y Viktor Troicki (y su esposa embarazada), además de un preparador físico de Djokovic y el entrenador de Dimitrov. Ya ven, cada partido puede ser una vida en miniatura. Juego, set, pero aún queda para ganar el partido.

*Portavoz del equipo de gobierno del Ayuntamiento de Castelló