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Resulta increíble que muchos políticos hagan tan poco inteligentes a los ciudadanos que en teoría representan. Con otras elecciones a la vuelta de la esquina, los días se hacen insufribles para aquellos que siguen el devenir de los acontecimientos. Resulta igual que sea a nivel nacional que en nuestras comarcas.

Esta semana, sin ir más lejos, vuelve a escena el teórico enfrentamiento entre el Consell y la Diputación gobernados desde hace ahora un año por partidos de distinto signo.

La Diputación carga contra el presidente Puig porque no habilita dinero ante la plaga del mosquito tigre. Y desde el Consell señalan a la Diputación porque dicen que excluye de sus planes a los municipios de más de 20.000 habitantes y trata de forma deficiente a la mayoría de los de menos de 3.000 vecinos.

El decreto sobre las competencias en materia de Turismo, la forma de gestionar el Hospital Provincial o el AVE que nunca llega a la provincia son otros de los muchos asuntos que estas semanas echan a la hoguera para crear brasas ante el enemigo político.

Una perdida de tiempo que se podía emplear en remar todos juntos en la misma dirección, aunque no hay manera. Y así estamos. Estancados. Viendo pasar los meses y sin salir de un túnel que se hace muy largo.