Yuval Noah Harari publicó hace unos meses su tercer libro. Los dos anteriores fueron superventas. El primero, Sapiens, era un viaje al pasado y a la profundidad de la humanidad. Fue el que más se vendió. El segundo, Homo deus, era su pronóstico acerca de lo que puede ocurrir en el futuro con los seres humanos. Harari, que es un joven profesor de Historia medieval en la Universidad Hebrea de Jerusalén, presentó su libro en numerosos países, defendiendo que situaciones como la del brexit son anecdóticas y no tendrán repercusiones significativas en el camino de la «unificación humana» en el que nos encontramos. En la misma línea, el autor sostiene que hay políticos que están distraídos y distraen a la gente con el resurgimiento de los nacionalismos.

En 21 lecciones para el siglo XXI, Harari centra su atención en cuestiones candentes de la actualidad. Si el primer libro fue sobre el pasado y el segundo sobre el futuro, el tercero presta atención al presente del mundo contemporáneo. Los desafíos de la humanidad son globales, y en esa dirección debería enfocarse la atención de los países y los hombres de Estado. En una de las entrevistas que concedió, dijo que «en las recientes generaciones, las pocas civilizaciones que quedan en el mundo se han ido fusionando en una civilización única y global». Probablemente es una de las verdades más simples y de mayor alcance, pero existen políticos y ciudadanos que se rebelan contra ella, que quieren reafirmarse en su civilización y cultura particulares. Esto puede comprenderse, pero quien así lo quiere se encuentra en el lado equivocado de la historia. Harari lo dice subrayando que el futuro de la historia «está claro» que va en la dirección de la «unificación».

Incluso los grandes desafíos a los que nos enfrentamos no son locales, sino globales: el calentamiento del planeta, la disrupción tecnológica o la proliferación nuclear, que figuran entre los más destacados, hacen que dependamos más unos de otros a escala planetaria. A diferencia de su primer ministro, Binyamín Netanyahu, a quien Harari no estima demasiado, otorga a la Unión Europea un papel crucial en el momento en que nos encontramos y en el futuro más próximo. La UE es un experimento que se irradia hacia la unidad del mundo. Lo que la humanidad precisa son proyectos cooperativos como los que se debaten en la UE, aunque a veces sea sin mucho éxito.

«En otro siglo y en otra situación, no creo que hubiera habido nada necesariamente equivocado con el brexit», ha dicho. «El problema radica en el tipo de desafíos a los que nos enfrentamos hoy»: cuando uno está demasiado absorto en sus propios intereses locales, no puede responder a los grandes desafíos globales, que son los importantes. Y sin embargo, Harari también critica a los liberales que han querido ver en el referéndum del brexit y en el ascenso de Donald Trump a la presidencia poco menos que el fin de la humanidad. El profesor israelí cree que se deben rechazar taxativamente las opiniones y profecías milenaristas que pronostican el final del mundo. Pero «si el proyecto europeo fracasa», advierte, «sería una indicación de que la creencia en los valores liberales de libertad y tolerancia no son suficientes para resolver los conflictos globales del mundo».

*Periodista y escritor