Disfruto mucho leyendo. He leído Sapiens, y en estos momentos estoy terminando con Homo Deus. También leo de la web, leo en Blinkist; cada día durante el trayecto en el TRAM, en un parpadeo de 15 minutos leo un libro condensado y tengo la esencia de todo un libro no de ficción, así he conseguido leer centenares de ellos (en inglés). Leo diversos blogs de autores cuyos escritos me resultan interesantes. Pero también escribo. Ya lo podéis ver.

Razonando que los pensamientos y conceptos que otros comparten, a menudo, forman parte de nuestro propio bagaje mental, me gustaría reflexionar con vosotros sobre «el leer», «el escribir» y sobre «el lamentar» o arrepentirse de no haber tomado acción en ciertas circunstancias y respecto a asuntos que son importantes para uno individualmente considerado.

La lectura es la mejor forma de recibir la información que otros han procesado, porque con la lectura se obtienen conceptos, algoritmos y conclusiones para todos los aspectos de la vida. No son pensamientos que han salido como eructos mentales, sino ideas repensadas, que han sido puestas por escrito, probablemente, varias veces en un proceso de mejora para que queden del mejor modo expuestas y puedan ser captadas más fácilmente.

¿A dónde voy? A animar, a estimular, a la lectura, pero sobre todo a que de la lectura aprovechemos lo que hemos captado. Aunque hayamos disfrutado por el mero hecho de que las ideas fluyan y la imaginación saque a la luz las imágenes del relato, lo importante es llegar a captar lo que eso, esa idea, esa situación, significa para mí; cómo me ayuda; qué he aprendido. Esto es reflexionar, que puede proceder de la lectura, de la meditación propia o de escuchar a otros. Pues bien, es muy bueno que todo esto lo resumamos por escrito, que lo hagamos nuestro, que se convierta en pensamientos propios.

La vida es corta y la juventud finita. Las opciones que hoy tenemos determinarán el número de veces que tendremos que arrepentirnos en el futuro, en el próximo lustro. ¿De qué? De oportunidades perdidas, de malgastar el tiempo, de no haber logrado más, de no hacer trabajo significativo, de haber procrastinado una y otra vez acciones o decisiones, de no haber mejorado adquiriendo hábitos saludables, de no dominar otro idioma, de…

El tiempo es fugaz y aunque hayamos llegado a conclusiones en nuestros pensamientos, el llevar a cabo las decisiones y los actos que comportan dichas conclusiones se nos hace difícil. El hecho de procrastinar, algo así como postergar, es un poderoso enemigo.

No es sabio esperar al futuro para actuar, dejándolo para cuando tengamos más experiencia, o más dinero, o más tiempo; no es inteligente esperar a que se den todas las condiciones idóneas para llevar a cabo la decisión. Eso nunca ocurrirá. Hay que empezar ya, porque con cada paso que damos nos hacemos más y más fuertes y definimos mejor nuestro camino. Basta de excusas.

Las excusas nos mantienen en nuestra zona de confort, nos consuelan de la situación actual, pero nunca nos animan a cambiarla.

Vosotros diréis... Y este ¿qué está haciendo? ¿Escribiendo sobre autoayuda?

Os contesto, no. Más bien estoy haciendo un ejercicio, que os aconsejo, de poner por escrito mis propios fantasmas y de plasmar mis propias conclusiones, porque hacerlo así, me pone delante, negro sobre blanco, un documento, un compromiso, que me ayuda a avanzar, a actuar.

Así que, ya sabéis, a leer, a escribir y a no lamentarse más.

*Doctor en Derecho