Este pasado viernes el pleno del Consell aprobaba el anteproyecto de Ley de Turismo, Ocio y Hospitalidad. Ahora seguirá su curso hasta que les Corts Valencianes la debatan y, sin duda, la continúen cualificando hasta su aprobación definitiva.

De momento, en sus preliminares ha sido diseñada desde la participación y la perspectiva de muchos actores sociales y económicos del turismo. No será la ley de un partido, ni de dos. Ni siquiera del gobierno de la Generalitat.

Será la ley de la sociedad y del territorio turístico. De todo un ecosistema institucional y social de emprendedores que necesitan anclajes legales para desarrollar una propuesta de calidad.

No hemos querido formular una ley de mirada estrictamente administrativista. No hemos pensado solo en preceptos, sanciones y multas. Queríamos abrir el angular y presentar una auténtica propuesta de valor para la economía turística de esta Comunitat. Conscientes de que en el mundo no competirán las economías, las empresas, los destinos o las ciudades turísticas (que por supuesto que lo harán), sino sus propuestas de valor. Hemos elevado a rango de ley las bases de un nuevo relato turístico. Un relato de base territorial, genuino y auténtico que funde su relevancia y competividad en los rasgos identitarios que nos definen.

NO ES UNA ley neutra ni neutral. Está profunda y transversalmente inspirada por el Código Ético Mundial del Turismo (somos el primer gobierno regional del mundo que lo asume como brújula normativa). Es una ley implicada en la lucha contra el cambio climático y en la estrategia de la defensa del paisaje como incubadora del producto más creíble, carismático y honesto que tenemos: la cultura, el patrimonio, la gastronomía, las fiestas y la etnología, la hospitalidad y la idiosincrasia de nuestra sociedad receptora.

La ley define una nueva arquitectura de la gobernanza del sector. Crea un órgano para la definición compartida de la estrategia turística suficientemente plural y operativo como para garantizar la coordinación y la colaboración como divisas de un tiempo nuevo. Un tiempo donde los proyectos y las obras no tienen un único protagonista ni un padre definido. Los avances y nuestra proyección en el mundo serán el resultado del conocimiento y el trabajo compartido. No hay más.

La ley apuesta por la formación y el capital humano como principal activo de la nueva economía y amplía las posibilidades para combatir el intrusismo profesional y la competencia desleal, que tanto dañan y amenazan al entramado turístico.

También apunta la generación de un sistema de innovación y conocimiento para su transferencia al tejido productivo del sector. Asimismo, conceptúa los festivales de música como productos turísticos de primer orden o eleva el rango de la gastronomía autóctona. Crea, entre otros muchos instrumentos, un sistema integral de gestión de marcas y afronta la transformación que vivimos y viviremos.

Las leyes solas no cambian el mundo, pero sí ayudan --y mucho-- a interpretar y acelerar los cambios con los que el mundo nos desafía constantemente.

*Secretario autonómico de Turismo