Cada vez que se genera un conflicto en las vías que comunican Castellón con Valencia o Barcelona nos viene a la mente irremediablemente la reivindicación permanente por la gratuidad de la autopista de peaje y ha pasado ya prácticamente medio siglo desde que esta vía entró en funcionamiento. Ni siquiera la crisis económica ha sido capaz de reblandecer los corazones de los mandatarios. Y seguimos con las mismas.

En cualquier caso, esta situación debería contribuir a agilizar la demanda del Consell, ayuntamientos y entidades de toda índole para abrir de forma gratuita la autopista de peaje, la liberalización total entre los tramos afectados. Acción que paliaría en buena medida las consecuencias que las obras de mantenimiento de la autovía tienen en los usuarios. Desde el inicio de las obras de mejora de la A-7, la necesidad de cortar algunos de los carriles genera retenciones y molestias a los usuarios, precisamente en un momento en el que dejar el coche aparcado y optar por Cercanías no parece ser la mejor opción. Es necesario recordar que la autovía soporta a diario un tráfico de 45.000 vehículos y, entre ellos, a los más de 10.000 camiones que circulan cada día por esta carretera. Parece ser que Fomento, pese al volumen de tráfico, no ha activado de momento una solución. Tampoco planificó un plan de actuación que hiciera más llevadera esta situación.

Así las cosas, es necesario liberalizar ya la AP-7, la solución más lógica desde todos los puntos de vista para evitar el malestar que provocan las largas colas y retenciones para que cesen las quejas y reivindicaciones justas de las personas usuarias de la vía. Los perjuicios humanos y económicos se multiplican de forma directamente proporcional a la falta de soluciones.